Este es el encabezamiento de una nota de Eduardo Chaktoura en la Revista La Nación del 12 de diciembre que recomiendo mucho.
Pero ya la introducción, nos conduce a una comprensión diferente.
Definitivamente los conceptos de los que habla se refieren al Siglo XXI.
Los que ya anduvimos muchas décadas, siempre le dimos al perdón una connotación religiosa, y de no ser así, siempre involucraba cuestiones de heridas profundas, y mucho, pero mucho orgullo.
“Él me lo hizo y yo no pienso rebajarme”, “ella me dañó y es ella la que tiene que venir al pie”, estos sentimientos eran moneda corriente.
Y así pasamos los años llenos de distintos tipos de odios, que sea cual sea nos van oxidando por dentro. Luego llegaba la muerte de alguno de los involucrados, y así partía con su odio intacto, porque el otro no vino o porque no se iba a rebajar.
En la nota dice el Dr. Camacho que perdonar es un trabajo tan personal e individual que a veces no es necesario que quien haya provocado el daño pida perdón.
El crecimiento personal nos beneficia a todos.
Nuestros niños no deberían heredar conflictos familiares porque “los grandes” no están dispuestos a evolucionar, cambiar y en definitiva: crecer.
Por Eduardo Chaktoura
No hay comentarios:
Publicar un comentario