Asistí a una charla interesante en Vocación Humana, que dirige el filósofo Bernardo Nantes, cuyo disertante fue Mario Quintana, presidente de una compañía en la que trabajan 6.000 empleados. Aquí una muy breve síntesis para ayudar a una larga reflexión.
El dinero dejó de tener materialidad en 1930 cuando se abandonó el patrón oro. Hoy es una combinación de datos binarios escritos en una base. El 95% de las transacciones en el mundo no son físicas, sólo se modifican los datos.
Al dejar de ser material para pasar a mental, es ilimitado. Y allí llegamos al extremo del consumo, no ya para las necesidades, sino como pasatiempo “mañana voy de shopping” y es tal el sin sentido de este acto que ya estamos consumiendo no sólo nuestro planeta, sino el de los que vendrán.
Al dejar de ser material para pasar a mental, es ilimitado. Y allí llegamos al extremo del consumo, no ya para las necesidades, sino como pasatiempo “mañana voy de shopping” y es tal el sin sentido de este acto que ya estamos consumiendo no sólo nuestro planeta, sino el de los que vendrán.
Es cierto que con dinero la podemos pasar bien y tapar, hasta un punto, la angustia del vacío que llevamos dentro. Al punto que en algunos casos, sólo la muerte de alguien cercano les sirve de despertador. Pero esto no nos hace más felices; para ser feliz necesitamos un proyecto integrado que tenga un sentido profundo personal.
Deberíamos enfocar nuestro trabajo en el que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, en algo que nos gratifique no sólo económicamente sino que veamos en él que participamos de alguna manera en un proyecto más alto para que algo grande ocurra. No deberímos trabajar en fábricas de armamento si confiamos que eso grande es la Paz; lo mismo con empresas tabacaleras si estamos preocupados por la Salud de las personas.
Además de consumir, el dinero sirve para el ahorro. ¿Cuánto es razonable y cuánto es codicia? Cómo evaluamos la experiencia de nuestros abuelos habiendo pasado distintas guerras. ¿Eran austeros, miserables o temerosos? Ahorro toda la vida y, como niego la idea de la muerte, un día me llega y me toma sin haber decidido qué hacer con tanto ahorro.
Lo otro que se puede hacer con el dinero y que en general se ha mal interpretado y por eso se hace poco, es darlo. Dar al otro que lo necesita nos enriquece a todos. Si doy es porque he recibido y esto me compromete a devolver. Yo no soy solo en el mundo, soy un nudo de relaciones y en la medida que abriendo mi corazón a la forma de mirar a los demás mejoro esa red humana, entro en el círculo de la prosperidad. No nos falta porque ejercitamos el dar y recibir como parte de una misma cosa.
Compartir el pan es sagrado. Los valores son los que se hacen, no los que se declaman.
Ya que el dinero es un gran mediador usémoslo con la responsabilidad de saber que sin un sentido en la vida, sólo nos quedan carencias, temores y soledad.
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