Qué mejor regalo para las mujeres jóvenes, saber que
envejecer no es una enfermedad. Que el 66% de lo que nos ocurre depende de
nosotras (el 33% es genético). Que siempre se puede crecer en el camino
espiritual.
Sólo se trata de confiar en las que nos atrevemos a
disfrutarlo.
¡Basta de invertir toda la energía en disimular una arruga o
compitiendo con los hombres!
Seamos íntegras, hilvanando todas nuestras habilidades y las
que iremos desarrollando. Eso irá iluminando
nuestras sombras y seremos simplemente Mujeres con mayúscula.
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