Por no tomar decisiones a tiempo, la vida de las personas suele terminar absolutamente indigna por la combinación explosiva de las posibilidades que ofrece la ciencia médica y la negación de que la muerte forma parte de la vida, y por lo tanto de nosotros dependerá la calidad de cómo se termine.
Transcribo algunos párrafos ilustrativos.
“-¿Quieres juzgar el cómo sin entender el porqué? Siempre
tienes prisa por dictar sentencias, María.
– No soy precisamente yo quien tiene prisa. Si las cosas deben suceder,
suceden por sí solas en el momento adecuado.
La anciana se quitó la toquilla con brusquedad y la dejó
caer de cualquier manera sobre la silla. Sus ojos oscuros miraron a María con
cierta impaciencia severa. Independientemente de lo que hubiera ocurrido con
Nicola, Bonaria Urrai, aún sabía defenderse.
-Suceden por sí solas…murmuró, sonriendo con amargura.
-¿Naciste acaso por
ti sola, María? ¿Saliste del vientre de tu madre empleando tus propias fuerzas?
¿O naciste con la ayuda de alguien, como todos los vivos?
-Yo siempre… empezó la joven, pero Bonaria la interrumpió
con un gesto imperioso de la mano.
-Calla, no sabes lo que dices. ¿Te cortaste tu sola el
cordón? ¿Acaso no te lavaron y amamantaron? ¿No has nacido dos veces por la
gracia de otros? ¿O eres tan lista que los has hecho todo sola?
Aquella alusión a su independencia le pareció a María un
golpe bajo asestado con maldad, así que renunció a contestar mientras la voz de
Bonaria bajaba hasta convertirse en una letanía desprovista de todo énfasis.
–Otros decidieron por ti entonces y otros decidirán cuando
haya que hacerlo. No hay ningún ser humano que llegue al final de sus días sin
haber tenido padres y madres en cada esquina, María y tú deberías saberlo mejor
que nadie. La anciana modista hablaba con la sinceridad con que se hacen confidencias
a los desconocidos en el tren, sabiendo que nunca más habrá que soportar el
peso de sus miradas. –Nunca se me ha abierto el vientre-prosiguió-, y Dios sabe
que lo habría deseado, pero aprendí sola que a los hijos hay que darles
bofetadas y caricias, y el pecho, y el vino de la fiesta, y todo lo necesario,
cuando lo necesitan.
Accabadora, pintura de Podestina |
Yo también tenía un papel que desempeñar, y lo he
desempeñado.
-¿Y qué papel era?
-El último. Yo he sido la última madre que algunos han
visto…
-Para mí fue la primera, y si me dijera que quiere morir, yo
no sería capaz de matarla simplemente porque ese fuera su deseo…”
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