
La persona que compró sus muebles contrató nada menos que a un Sr. llamado Lama, que tuvo que dejar el Tíbet por razones políticas, para colaborar en el traslado.
Como nosotros teníamos poco tiempo, resolví colaborar con el colaborador, que como buen oriental no se le notaba el menor apuro. Mientras que embalábamos la cristalería, de pronto me mira, y me pregunta, ¿Ud. es feliz?
Yo a esa altura de la mudanza, la graduación y el sin fin de valijas casi no me acordaba de mi nombre, pero respondí con la misma calma: “Trato” y muchas veces lo consigo… pero contraataqué ¿Y Ud.?... “Absolutamente, desde que salí del Tíbet soy libre, un hombre nuevo, y esto me torna feliz”.

Unos minutos después suena su celular, y era un nuevo cliente que lo requería para el día siguiente. Él sin inmutarse le responde: “En este momento estoy terminando una mudanza, en media hora lo llamo y comienzo a pensar en la suya”. (Vivir el presente a prueba de balas).

[Pintura] Florencio Molina Campos
[Dibujo de Mafalda] Joaquín Salvador Lavado (Quino)
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