Gracias a la ciencia y la gerontología, la esperanza de vida es cada vez mayor y esto nos lleva a reflexionar: ¿Cómo prepararnos para nuestro envejecimiento? ¿Cómo enfrentar la vejez de mis padres? ¿Cómo mejorar la calidad de vida? Muchos nuevos desafíos nos esperan y espero en este espacio poder ayudar a que todos tengamos un envejecimiento pleno y lleno de vida...
Tarde o temprano, llegará: ¡la batalla contra el tiempo, ya está perdida! Así que mejor preparémonos para disfrutar cada minuto...
Cariños,
Elia
___________________________________________________________________
VISITA MI WEB

http://www.eliatoppelberg.com/

ENVIAME TUS PREGUNTAS
eliatoppelberg@gmail.com
________________________________________

martes, 29 de abril de 2008

De eso no se habla


Pregunta:
Querida Elia, tengo 79 años y creo que es hora de "arreglar mis papeles" en previsión de mi muerte. Cuando le dije a mi hija que había ido al escribano para hacer la donación en vida de mi departamento, se enojó muchísimo ya que no soporta hablar del tema.
¿Lo hace para cuidarme o es ella la que no soporta el tema?

Respuesta:
Muchas veces los hijos creen que a los padres les hace mal hablar del morir, pero encuentro que es su propia dificultad ya que si no fuera así, tratarían de aprovechar la apertura y disponerse a hablar del tema. Y esto será siempre para bien.
No dejes de hacer tus trámites y lentamente intenta que tu hija pueda conectar con la idea de que un día no vas a estar. Y desde ya prepárate para que ese día puedas despedirte en paz.

(Foto de khasan)

domingo, 27 de abril de 2008


La premio Nobel de Medicina 1986
A los 99, tan activa como siempre

Rita Levi Montalcini, reconocida por el descubrimiento del factor de crecimiento, trabaja todos los días


> Ir a la nota
LANACION.com Ciencia/Salud Domingo 27 de abril de 2008

jueves, 24 de abril de 2008

Discusiones

Hablando con la vecina de enfrente

- ¿Qué tal Lucía?
- Muy mal no sé qué hacer con mi marido. Envejeció de golpe... Se deja estar, no tiene ganas de levantarse. ¡Dice que ni puede ponerse las medias! Eso hoy, ayer se fue a sentar y se cayó... No se que voy a hacer...
- ¿Lo vio un médico?
- ¡No quiere ir! Lo cierto es que yo estoy suspendiendo todas mis actividades porque el no se quiere quedar solo...

Reflexionando:
Esta es una pareja de 82 y 83 años, a él le acaban de diagnosticar una reactivación de su cáncer de próstata.
Creo que lo que ocurre es que los dos están asustados por lo que vendrá. Y en lugar de hablar de los temores y obrar en consecuencia para diluirlos PELEAN y se DISTANCIAN.
Las conductas atípicas de él, asustan y auguran un deterioro mayor, fantasmas que a su vez asustan a la esposa que teme pasar el último tramo de su vida asistiendo a "los caprichos" de este hombre, porque no los puede ver como síntomas reales.

Moraleja: Seamos conscientes de que el paso del tiempo puede tornar reales, las características de personalidad que en otro momento llamábamos "caprichoso", "egoísta" o "despótico".

(Foto de The Real Urban Eye)

lunes, 21 de abril de 2008

La vejez de Ricardo Arjona

¡Qué simples y fluidas las respuestas de Ricardo Arjona!

  1. "Cantaré hasta que pueda", no hasta morir y luego si no lo logra se frustra y se llena de odio...
  2. "Si pone 17 personas en un bar, también lo disfrutará": no se lo vé demasiado preocupado por el momento en que el público no lo aclame.
  3. "Quiero estar tranquilo, y si estoy algunos días contento mejor, no todos porque sería aburrido". Parecería que aceptó con tranquilidad, aquello de "una de cal y una de arena"

¡Bravo Arjona! Este puede ser un modelo de cálida longevidad.

viernes, 18 de abril de 2008

El Dilema del Espejo (2/2)

A los hombres les pasa lo mismo, sólo que se observan de una manera más disimulada y en su intimidad. Pienso en una amiga que siempre que mira sus fotos de la actualidad y no se ve bien, dice: “no me preocupo, porque cuando las vea dentro de cinco años voy a quedar convencida de que en este momento estaba mucho mejor”. ¡No deja de ser una buena filosofía!
Pero volviendo a los espejos, ya no me facilitan las cosas como antes; lo cierto es que cuando me veo en ellos, me la complican; claro que después sigo mi vida con todas las riquezas y miserias, pero los cuestionamientos de ese momento me tienen un poco agotada.
Eduardo mi amigo, dice que escribir tanto sobre el envejecimiento me va a intoxicar, pero digo yo, ¿será tóxico? Quizás sería más conveniente disponerme a aceptarlo y ver qué puedo hacer para mejorarlo; a lo que ya no tenga remedio, tendría que darle un cierre y ponerlo en pérdidas y ganancias. Y, desde ya, asentarlo en el balance de fin de año, como lo aprendí en el colegio secundario en mi querido Comercial.

Para pensar

Los cincuenta traen la libertad de romper con los espejos, para que cada uno viva su propia película, o también la posibilidad de empezar a ver en ellos la imagen reflejada y el tipo de estilo de vida que contribuyeron a formarla.
Estamos muy a tiempo de elegir costumbres diferentes, si hasta aquí no nos han conformado demasiado las que hemos experimentado.
Sería bueno verlo como la segunda vuelta en las elecciones presidenciales: podríamos encontrar nuevos aliados que nos ayudaran a lograr porcentajes que no habíamos imaginado conseguir antes.

miércoles, 16 de abril de 2008

El Dilema del Espejo (1/2)

¡Ay, los espejos! si se rompen traen mala suerte; y si no… me reflejan.
Mi madre fue quien me introdujo en el mundo de los espejos. Mi casa era sencilla y tenía ambientes pequeños, de manera que ella, simplemente, los colocaba “para dar la impresión de amplitud y tener distintas perspectivas” –según decía–. “No soporto que la mirada quede detenida contra una pared; me gusta estar parada y ver que todo continúa, especialmente colocando espejos de manera estratégica”. Mientras, colocaba un espejo más. ¡Feng-shui a la criolla!
Será por eso que nunca pude prescindir de ellos; me siento perdida en un lugar que no los tenga. Son como una especie de ayuda-memoria. Puedo ver si terminé de arreglarme para salir, si es tiempo de ir a la peluquería, si refleja un dicroico que no funciona, lo que significa que tengo que llamar al electricista, veo el libro que dejé de leer... La verdad es que siempre fueron como amistosos y desinteresados ayudantes… Hasta que cumplí los cincuenta...
Y aunque siguiera el consejo de una amiga que dice que de aquí en más cumple “Sin Cuenta”, lo cierto es que las imagenes que me devuelven los espejos hoy, con razón o sin ella, ¡son deprimentes!

Es medio complicado transmitir lo que me pasa, aunque estoy segura que está del lado de la “mala onda”. Porque más seguido de lo que me gustaría, me veo: fea, con arrugas, con rollos, con manchas en la piel; de pronto me encuentro parecida a mi padre, lo cual, simplemente, no me agrada, porque me recuerda a la gente con muchos años que entra en una especie de rostro unisex, como perdiendo feminidad y... ¡No me gusta!
A la vez, siempre hay alguien que me quiere y me dice: –"No sos gorda, tenés buena piel... ¡Cómo puede ser que te sientas así!"
Sí, ya sé que no soy deforme, que mis arrugas no son tan terribles como para que los noticieros las comenten, y que claramente es un tema mío y conmigo; pero, la verdad, lo que veo, es que no estoy “guau”. Y es paradójico… ya que, ¿por qué habría de estar “guau”, si nunca estuve “guau”? En realidad, la nostalgia no es buena consejera.

sábado, 12 de abril de 2008

Los nuevos abuelos

Muchas personas de más de 50 está desagradada con el nuevo rol de los abuelos, muchos encuentran cierta ingratitud de los hijos hacia ellos, en cuanto a los requerimientos de atención a los nietos...
Buenos y malos. Viejos y jóvenes. Generosos y egoistas. Polaridades que llegan a su fin en estos nuevos tiempos. Celebremos esta transición, porque es en la incertidumbre donde encontraremos los nuevo, lo fresco, lo creativo.
Lo viejo es lo que sabemos de memoria... Lo nuevo, está por construirse.
Tenemos un desafìo por delante. Aprender a convivir de una manera totalmente innovadora ¡Por suerte!

Los siguientes son fragmentos de una nota publicada en Página 12 el 13 de abril de 2007, titulada "Abuelas son las de ahora" de Noemí Ciollaro:

El universo de la “abuelitud” (rima con juventud), o de la “abuelidad” (a muchas no les gusta, porque rima con ancianidad) es vasto y ancho como la vida. Aunque no todos así lo creen, empezando por los diccionarios que en ningún caso omiten la acepción “persona anciana”, cuando de abuela/o se trata, precedida generalmente por “cada uno de los progenitores del padre o de la madre”.
(...) Tanta estrechez y dislate para intentar definir qué es una abuela, o una nonna, o una bobe, o grossmutter (alemán); grande-mère (francés); grandmother (inglés); obaasan (japonés); paya (quechua); babcia (polaco); jarýi (guaraní); apachi (aymara), y bueno... podríamos continuar, pero no somos políglotas, es a puro diccionario nomás.
“Ah, de haber sabido me hubiera hecho llamar obaasan o paya”, comentó a Las12 Helena Sastin (54), divorciada, juvenil, alta y delgada, socióloga, con una nieta de tres años.
“Debo confesar que, en principio, la palabrita ‘abuela’ me cayó pesada. Fue cuando mi hijo y mi nuera me anunciaron ‘vas a ser abuela’, mientras entraban a mi casa blandiendo el resultado del análisis de embarazo como una pancarta. Yo no tenía idea, no hablaban de tener hijos, por el trabajo, el disfrute de la pareja, llevaban dos años casados. Realmente no sé qué cara habré puesto, porque por dentro sentí una especie de shock y a la vez me dio alegría. Es la palabra, ¿no?, que te digan así, ‘abuela’.”
Para María Adela Jasnis (58), bióloga dedicada a la investigación en el Instituto Roffo, dos hijos, divorciada, con pareja estable, convertirse en abuela de Lucas era algo muy deseado, su nieto le dice “Abu” y tiene dos años.
“Cuando me llamaron al celular para decirme que iba a ser abuela estaba en el laboratorio, y pegué un grito tan grande que vinieron corriendo a ver qué me había pasado. Era algo muy deseado para mí ser abuela, no le preguntaba a mi hijo ni a mi nuera, me parecía que era una cosa de la intimidad de ellos, pero tenía que morderme la lengua. Hacía años que no tenía una alegría tan grande como la de ese día. Me sentí abuela enseguida.”
(...) “Una nieta me encantaría, esto de poder disfrutar la abuelitud estando bien físicamente, en una edad en que una todavía una puede tirarse al piso, levantar peso, llevarlo a la plaza. No quisiera ser de esas abuelas sentadas en un sillón o que andan con bastón; ésta es una edad linda, disfrutás de los nietos y ellos te disfrutan. Yo creía que iba a trabajar más de abuela, aunque ejerzo mi profesión y hago otras actividades, pero me gustaría sentirme más necesaria, me encanta cuando me lo dejan a dormir porque es un tiempo de los dos solos en mi casa, no en la suya. Lo importante es la continuidad en el vínculo. Además es distinto ser abuela de parte del papá que de parte de la mamá, yo misma lo viví siendo mamá, cuando una necesita algo llama a su propia madre, a mí me pasaba.”
Mabel Burin, psicoanalista, especialista en estudios de género y salud mental, afirma, “parafraseando a Simone de Beauvoir, una no nace abuela, se hace. Para poder hacerse abuela creo que hay algo que corresponde a la historia individual de cada mujer, a cómo ha construido su historia a lo largo de la vida, y también hay algo que tiene que ver con el colectivo de mujeres, las representaciones sociales y subjetivas acerca de quiénes somos siendo mujeres abuelas. Lo que tiene de especial –tanto en mi propia experiencia como por lo que estudio con otras mujeres abuelas– es que con la abuelidad aparece algo nuevo, distinto en la vida, podríamos caracterizarlo como una alteridad, como alguien radicalmente diferente de una misma, sea hijo de la hija o hijo del hijo, varón o nena, una ya no tiene tanto la ilusión, como con los propios hijos de que eran una extensión de una misma, lo que en el campo del estudio de la subjetividad desde la perspectiva psicoanalítica llamamos como un aspecto narcisista de una misma. Los nietos tienen algo de una misma y del propio hijo o hija, pero algo de otro que es alteridad, y una suele encontrar las marcas del otro en el propio nieto, los nietos revelan la marca del otro, por eso portan en sí esa alteridad que a veces es radicalmente diferente, y a veces es bastante diferente, pero siempre traen algo distinto. Como abuelas, el trabajo subjetivo es poder amar a alguien que tiene eso de diferente, no porque la única manera de amar sea el amor narcisista, pero sí porque desafía a nuestra subjetividad ver cuánto podemos amar a alguien que no sólo es diferente sino que está criado por otro diferente a nosotras”.


¡Abuelita, qué mala onda tienes!
Nueras y yernos son un tema reiterativo a la hora de hablar de los nietos, aunque hijas e hijos también llevan su parte.
Ana María Luzzani (65), ama de casa, viuda, dedica la mayor parte de su tiempo al yoga, la vitrofusión y las salidas con amistades. “Yo tengo cinco hijos y seis nietos, todos divinos, varones y mujeres, los adoro, pero a veces no tengo ganas de atenderlos, de que me los dejen para que los cuide, de postergar mis cosas porque sus padres tienen que hacer las de ellos. Yo ya fui madre de sobra, nunca trabajé fuera de mi casa, con tantos chicos no era posible y además no hacía falta, mi marido era empresario, teníamos un buen pasar. Enviudé hace cinco años, primero fue un golpe espantoso, la mayoría de mis hijos estaban casados o por casarse, me quedé completamente sola y tuve que armarme una vida nueva. Lloré mucho, mucho, se me había vaciado el nido y había perdido a mi esposo. ¿Qué hacer con mi vida? No era ni joven, ni vieja, porque hoy a los 60 no sos vieja, aunque lo que ven los demás es distinto de lo que una siente. Y sí: ‘Vieja, ¿te quedás con los chicos que tenemos una fiesta?’, o ‘Mami, ¿no vas a buscar a Malenita al jardín?’, y terminás peor que una ambulancia, no tenés día, ni horarios, te avasallan. Y encima están los desacuerdos de nueras y yernos acerca de lo que hacés con tus nietos. Me cansé, ahora soy yo la que propone cuando quiero traerme a mis nietos, y un día por semana vienen todos a comer y a pasar la tarde.”
(...) Mabel Burin cree que hay tres tipos de abuelas, especialmente en mujeres urbanas, y las define como “tradicionales”, “innovadoras” y “transicionales”.
“No todas las abuelas acusan el impacto de la misma manera; algunas sí se sienten profundamente conmovidas, absorbidas por la abuelidad. Otras piden cierta distancia, y puede ser que a otras les resulte bastante indiferente. Eso depende en parte de la historia subjetiva de cada mujer y de su posición en el género femenino; quienes tienen posiciones más tradicionales se sentirán muy comprometidas y harán una abuelidad muy de presencia física, de poner el cuerpo y darle mucho tiempo a la criatura. Otras son muy innovadoras, tienen un contacto relativo con la criatura, la quieren a la distancia, a veces viven lejos, o en otro país, y sienten de otra manera, están presentes de otra forma, generan un tipo de abuelidad innovadora, que no es poniéndoles el cuerpo y el tiempo. Y están las transicionales, probablemente la mayoría, que tienen algunos rasgos de la tradicional y otros de la innovadora. Son mujeres de entre 50 y 60 años, que están en un período que hoy se considera como jóvenes. La representación que tenemos de las abuelas de otras épocas, la viejecita recluida en la casa esperando a los nietos, hoy quizá corresponde a las bisabuelas.”

El Ultimo DIU
Delfina E. (49) es profesora de gimnasia, casada, estilo vamp, verborrágica, fue abuela de mellizos hace un año, y les enseña a sus nietos que la llamen “Delfi”. “Si tengo que ser sincera, para mí fue muy duro; cuando me lo dijo mi hija, al mes de estar embarazada, quedé muda, cataléptica. Por una semana no me hablaron ni ella, ni mi yerno. Es mi única hija, la tuve muy joven, a los 19, antes de casarme. Bueno, qué sé yo, no pensaba ser abuela tan joven, la palabra abuela no me gusta, si decís ‘soy abuela’ te pasan a valores. Quiero mucho a los mellizos, son divinos, juego con ellos. Pero creo que todavía no reacciono del todo. Estoy en plena menopausia, el otro día me saqué el último DIU, mi marido ni lo sabe, lo hice por indicación de la ginecóloga, pero no le conté nada a nadie, no pude, lloré mucho. Casi me muero cuando nacieron, fueron a incubadoras, porque eran mellizos, y la nurse me dijo: ‘Pase la abuelita’. Claro, no me veía, me habían puesto máscara, bata, gorro, pero igual, qué desubicada, ‘la abuelita’, así, en diminutivo. Me da como culpa lo que siento, es muy raro; amigas mías que todavía tienen hijos adolescentes o solteros me miran casi con pena. Creo que soy inmadura, pero no soportaría que me digan abuela. Y encima en diciembre cumplo 50. ¿Parezco una abuela? Mi marido está feliz con los mellizos, nosotros no tuvimos hijos, será por eso. Yo no tenía ganas de empezar de nuevo con todo y él lo aceptó. A los mellizos les cambio los pañales, les doy la mamadera. Los veo una vez por semana, mi hija dice que no pongo onda, pero trabajo, voy al club, salimos mucho con amigos. No hace falta que pongas mi apellido, ¿no?”

Nonna, ¿qué hacés?
Sue Johanson, enfermera canadiense, jubilada y con varios nietos, conduce un programa de TV en Estados Unidos donde recibe miles de consultas sobre temas sexuales. Siempre siguió de cerca la educación de sus hijos y descubrió que la escuela no trataba bien la sexualidad en la adolescencia; su primera iniciativa fue crear una clínica de control de la natalidad pionera en su país.
En 1984, una radio canadiense le ofreció un espacio de dos horas destinado a educación sexual, que rápidamente se convirtió en un éxito. El año siguiente fue llevado a la TV por la cadena de cable Oxygen. Su popularidad cruzó fronteras y a Sue también se la ve en Brasil y Polonia.
A contramano de lo que sucede en Estados Unidos y América latina, en Europa son cada vez más requeridas las modelos de entre 60 y 90 años, lo que provocó espacios de apertura laboral para mujeres que creían cerrado ese circuito.
Sylvie Fabrégon creó en París una agencia de maniquíes mayores de 60 años que dispone de más de 600 postulantes.
De allí emergió, a los 74 años, Françoise de Stäel, abuela y modelo, desfila para el estilista John Galliano y su imagen aparece en paneles publicitarios del Metro parisino, destacando las virtudes de un agua mineral. Canas, arrugas y vitalidad en la mirada y en la sonrisa muestran una etapa de la vida que hasta ahora no figuraba para los publicistas.
En 2005, Irene Sinclair se convirtió a los 96 años en el nuevo rostro del jabón Dove (Unilever) en Londres, Nueva York y París.
Laboratorios de belleza, diseñadores y estilistas europeos decidieron saltar el tabú y celebrar abiertamente las huellas del paso de los años. El modisto español Adolfo Domínguez fue uno de los precursores y advirtió que “el período de vida se ha prolongado y la sociedad está cambiando, los mayores necesitan, como todos, verse reflejados en diversos ámbitos”. ¡Vamos las nonnas, todavía!

martes, 8 de abril de 2008

lunes, 7 de abril de 2008

Acompañar a nuestros padres


Pregunta:
Elia, cómo puedo hacer para acompañar a mis padres de una manera "sana" es decir, sin sentir culpa cuando no estoy con ellos o sin sentir que abandono a mis propios hijos cuando estoy con mis padres?


Respuesta:
Justamente es este Boom de la Longevidad el que provoca este tipo de relación, y somos los de la generación intermedia los encargados de buscar nuevas formas de convivir.
El modelo que aprendimos de jóvenes implicaba que íbamos a tener que cuidar de ellos por poco tiempo, pero con el Boom de la Longevidad ahora se da la paradoja en muchos casos en que los hijos deben cuidar a los padres más de los 21 años que la ley obliga al cuidado de los hijos.
Mi sugerencia es estar muy conscientes de que este fenómeno existe, que los parámetros que manejábamos ya no funcionan, y que el primer cambio pasa por saber que no podré ser la hija que posiblemente mi madre esperaba que yo fuera. Tendremos que tomar decisiones y transmitírselas sabiendo que es lo mejor que podemos darles y ayudarlos a confiar en lo que hacemos. Desde ahora deberemos, nosotros los hijos, prepararnos para que cuando estemos atravesando la ancianidad podamos ser mas autónomos.
El modelo de la Nona o de la Bove viviendo en la casa familiar, se hace menos frecuente , entre otras cosas por la globalización, las mudanzas y emigraciones, y porque las viviendas se achicaron, las mujeres trabajan fuera de casa y muchas otras razones.
Ser responsable de nuestras decisiones tomadas desde el corazón y transmitidas a nuestros padres, sabiendo que van a poder aceptarlas o no, pero que no hay otra otra alternativa.
Nuestros hijos necesitan de nosotros del mismo modo que nosotros necesitábamos a nuestros padres, por ende debemos repartir energía, tiempo y recursos materiales entre ambas generaciones. Pero como estas décadas de mas que la medicina nos ha otorgado nos ha tomado de sorpresa no hemos tomado las prevenciones en cuanto a la salud, a lo económico que cada vez se complica mas, y a la búsqueda de algún grado de espiritualidad que es la que nos acompañara y determinará una mejor calidad de vida.



(Foto de Sesame Ellis)

domingo, 6 de abril de 2008

En la Argentina: pronostican que dentro de 50 años habrá más ancianos que menores de 14
Baja la natalidad en el país y la población envejece

En 1900, el promedio de hijos por mujer era de 7; hoy es de 2,3, y dentro de 20 años será de 2


LANACION.com | Información general | Domingo 6 de abril de 2008

sábado, 5 de abril de 2008

Viejas amigas no tan viejas

Además de tener sesenta años tengo la inmensa fortuna de tener un grupo de amigas desde hace más de 50.
Vivimos en distintas ciudades, no nos vemos muy a menudo, pero desde hace cinco años nos organizamos para tener algunos días juntas en una ciudad balnearia que coincida con el 8 de marzo -Día de la Mujer-, para reír, charlar y volver a vivir... En fin, lo que hacen seis mujeres que se quieren y conocen todas las mañas.
En este último encuentro y dado que soy casi monotemática con el paso del tiempo se me ocurrió pensar por primera vez, cómo podríamos enfrentar la vejez y la muerte de cada una de nosotras, después de haber disfrutado, discutido, peleado y comprendido que cada una tiene su estilo, que nos respetamos y queremos. En primer lugar me dí cuenta que no quiero que me invada la tristeza hasta paralizarme en honor a tantos años de vinculo amoroso.
De manera que cada una pudo decir cómo quería ser recordada y honrada, algo así como los pasos a seguir, después de la noticia.
Fue interesante saber que una de ellas no quiere que la entierren porque se ahoga, y otra quiere que la cremen y tiren las cenizas al aire porque le parece patético endilgarle a los hijos que tengan que frecuentar un lugar y menos ocuparse de pagar las expensas del cementerio.
A la otra certeza que llegamos, es que valdrá la pena cuando transitemos los ochenta, hacer un viaje de egresadas de la vida, no ya al balneario sino a Bariloche, que es donde viajamos al egresar de la escuela secundaria.
En este punto nos surgieron algunas dudas. Si solo quedan dos vivas... Se hace el viaje igualmente con la promesa de seguir riendo y celebrando la amistad de todas! Pero... si queda una, da para ir sola y seguir con la consigna?
Lo dejamos abierto a criterio de la que quede.
Una ya aclaró que ni loca viaja siendo la última. En mi caso tengo intenciones de ir porque soy una especie de militante de la creencia de que si hubo amor, ya no habrá separación, solo habrá un cambio de estado.
Nos hizo bien hablar de todo esto y acordar caminos posibles.
Gracias a las chicas del Rincón Famoso que en lugar de darme vuelta la cara, como decíamos de niñas, se entusiasmaron con el proyecto de la despedida. Recomiendo ponerlo en práctica.

(Foto de Brewpez)

viernes, 4 de abril de 2008

Síndrome de Diógenes

José Luis Valiño Castedo publicó la siguiente entrada en su Blog:

El síndrome de Diógenes es un desorden del comportamiento que normalmente afecta a personas de avanzada edad que viven solas, caracterizándose por el total abandono personal y social, y por el aislamiento voluntario en su propio hogar, acompañándose en muchos casos de la acumulación en él de grandes cantidades de dinero y/o de desperdicios domésticos.
En los años 1960 se realizó el primer estudio de dicho patrón de conducta, bautizándolo en 1975 como síndrome de Diógenes, en referencia a Diógenes de Sinope, filósofo griego que adoptó y promulgó hasta el extremo los ideales de privación e independencia de las necesidades materiales (el cinismo) [1] , aunque hace poco se ha señalado la impropiedad de dicha definición[2] .

Leer todo.

jueves, 3 de abril de 2008

Alzheimer

Pregunta:
Elia, leí en el diario que un artículo muy interesante sobre el Alzheimer, te transcribo algunos párrafos:
"Hallan nuevos indicadores que permitirán predecir el Alzheimer"
".....la reciente identificación de varias proteínas dispersas en el líquido cefalorraquídeo permitirá predecir la enfermedad de Alzheimer hasta seis años antes que empiece a desarrollarse ..."
Que opinás?

Respuesta:
El Alzheimer es el nuevo cuco, y con fundamento ya que cada vez hay mas casos y por ende las investigaciones van a la misma velocidad. Confiemos que así será. -Siempre la prevención debiera ser nuestra guía-.

miércoles, 2 de abril de 2008

Démosle un sentido a la longevidad

En Argentina en los últimos días estamos asistiendo a través de los medios a discursos de líderes que reinvidican el odio como forma de acción y no solo lo reinvindican sino que sienten orgullo de su mensaje, no es una propuesta es solo una amenaza, "sientan temor de todo el odio que llevamos dentro".
Hemos llegado como humanidad hasta aquí, a través de esta misma lógica dual
"Amor -odio- buenos- malos", y la guerra como camino para dirimir, quiénes son los buenos y quiénes los malos.
Después de milenios la humanidad parece estar estancada en este esquema de "amor-odio buenos y malos".
Quizás la posibilidad de vivir muchos años más, que los adelantos de la medicina nos han otorgado, nos de la oportunidad para darnos cuenta de que hasta aquí no nos hemos hecho responsables de haber transmitido esta lógica fatal y comenzar a aportar desde la sabiduría que vamos logrando con el paso del tiempo la idea de que como humanidad somos uno y que la lógica de "buenos y malos" es solo una maniobra distractiva que llega a su fin por ser totalmente inoperante.
Que cada adulto mayor aporte un granito de arena, desde la experiencia de haber vivido un mundo que a ojos vista fue y sigue siendo aterrador, para que alcancemos la comprensión necesaria para perdonar y perdonarnos por haber creído que la división entre buenos y malos era posible.
Estamos en condiciones de saber que ambos aspectos conviven dentro de nosotros y que de nosotros depende ir balanceando, y encontrando la síntesis de ambos.
Si logramos el objetivo la longevidad habrá sido una bendición.

martes, 1 de abril de 2008

Carta abierta a los mayores de 80 y familiares

En la actualidad y gracias a los adelantos de las Medicina, es muy común llegar a los ochenta años, pero lo que no esta siendo tan fácil es adaptarnos a los nuevos cambios. Ni para los que los cumplen ni para los que estamos cerca.
El viejo paradigma consideraba casi nula la posibilidad de llegar a esa edad con plena autonomía, hoy se hace realidad pero se necesitan ajustes.
Cuando los hijos piensan "Bueno, lo hago..., ya tiene ochenta, cuánto más va a vivir..."
Sin embargo la longevidad puede hacer que esos ochenta se conviertan en 90 o 100 años... ¿Se esta dispuesto a vivir en estado de excepción todo ese tiempo?
Cuando la persona de ochenta prioriza siempre sus dificultades físicas, como dolores o limitaciones de diversos tipos y con sus decisiones modifica la dinámica de toda la familia, lease, hijos, yernos, nueras, nietos... ­¿Es conciente de la enorme influencia que ejerce lo que decide?
Es acerca de estos temas que tenemos que reflexionar para que la bendita longevidad no se transforme en una pesadilla.
Una tarea para los mayores será disminuir la intensidad de los deseos ya que la dependencia tiene un costo. No resulta amoroso ser autoritario para que alguien cumpla con los deseos o necesidades que ya no pueden realizarse por si mismo. Ej. "Quiero la crema de manos que siempre usé aunque se vende solo en un lugar alejado del barrio en que vivo" y entonces es un engorro ir a comprarla.
La tarea para los hijos será ser concientes de que la longevidad de los padres trae más responsabilidades, y que disfrutarla o padecerla dependera del balance que puedan lograr entre las responsabilidades para con sus hijos, para con sus padres y fundamentalmente la responsabilidad de cuidarse a sí mismo, para no vivir presionado durante demasiados años, sin alcanzar la paz que requiere disfrutar de la longevidad cuando a ellos les toque.

(Foto de RebelBlueAngel)