Gracias a la ciencia y la gerontología, la esperanza de vida es cada vez mayor y esto nos lleva a reflexionar: ¿Cómo prepararnos para nuestro envejecimiento? ¿Cómo enfrentar la vejez de mis padres? ¿Cómo mejorar la calidad de vida? Muchos nuevos desafíos nos esperan y espero en este espacio poder ayudar a que todos tengamos un envejecimiento pleno y lleno de vida...
Tarde o temprano, llegará: ¡la batalla contra el tiempo, ya está perdida! Así que mejor preparémonos para disfrutar cada minuto...
Cariños,
Elia
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jueves, 22 de octubre de 2009

Jóvenes sin rumbo

Este domingo, más precisamente el Día de la Madre, asistí como vecina a una tragedia ocurrida en el barrio. En un accidente automovilístico murieron 4 jóvenes por manejar con exceso de velocidad. Hacía unos días, no muy lejos, dos jóvenes mataban a otro antes de huir con lo que le habían robado.

Mientras tanto los mayores de cincuenta estamos tratando de que no se nos vean las arrugas, ni los kilos de más, ni las entradas en la sienes y desde ya evitando que se nos pida el documento de identidad en público con la aspiración de vivir muchas décadas más sin que se nos note.

La medicina nos otorgará esa longevidad soñada, pero nunca será ni con paz interior ni con sabiduría, si seguimos sin tomar la responsabilidad que tenemos de ser modelos para nuestros jóvenes.

Y allí está nuestro Maradona, al que a pesar de que hicimos todo lo posible por transformarlo en un héroe, sigue tomando el peor modelo de sus mayores: el de los gobernantes, violentos, llenos de rencor y vengativos. De pronto vemos a nuestros ídolos transformarse en anti-ídolos.

Parte del desenfreno, descontrol y falta de rumbo de nuestros jóvenes es por la carencia que nosotros padecemos de no haber encontrado y ni siquiera buscado, en la mayoría de los casos, el sentido de nuestras vidas. ¿Qué les dejamos a nuestros hijos, en términos de haber mejorado lo que recibimos de nuestros mayores?

Mientras no tomemos conciencia de nuestras faltas, de nada servirá juzgar la conducta de los chicos y ni siquiera llorarlos nos traerá paz.

[Foto Camilo Devis]

viernes, 9 de octubre de 2009

Murió una amiga

Acaba de morir a los 83 años una querida amiga con la que compartíamos el amor por la Ikebana. Ya desde hace un año tratábamos con bastante humor el tema de su próxima muerte. Ella estaba preocupada porque vivía sola, no tenía hijos y una caída inesperada que la incapacitó por un tiempo la hizo reflexionar acerca de que no quería ser una carga para nadie en caso de tener serias dificultades de salud.

Cuando la veía le preguntaba si ya tenía resuelto el tema, y ella riendo decía: “¡pido y pido que me llamen desde arriba, pero parece que todavía no es momento!.”

Un día fue con un grupo a visitar un templo budista, y quedó fascinada con el ambiente, su quietud, la armonía, las reminiscencias de Japón, donde había visitado la Escuela Ikenobo. Lo cierto es que se mostró tan interesada, que el monje la invitó a participar de una charla a los pocos días.

Llamó a una amiga para que la acompañara, pero no podía, llamó a otra que tampoco se entusiasmó y a la que le dijo que iría sola.

Fue, y al rato de estar allí tuvo un ataque cerebral que le dio tiempo de dar el teléfono de su hermana para pedir ayuda. Entró en coma y murió a los tres días.

María Elena ¡Te nombro Maestra de la vida! Porque en tu diario vivir, pudiste incluir con tu preocupación y el deseo, la forma y el lugar de morir, que más te representaba.

Seguro que desde algún lugar te estarás riendo y diciéndonos: “¡vieron que lo logré, era lo que yo quería!”

¡Gracias por tu ejemplo!

[Foto zen-images]

lunes, 5 de octubre de 2009

Mercedes Sosa ¡Gracias!

Mi pequeño homenaje a esta mujer con voz de pájaro consiste en pedirle disculpas compartidas, por todos los que no pudimos o no supimos, al escuchar su voz casi sublime, materializar lo que en sus letras nos transmitía.

Estamos en deuda con Mercedes porque no pudo ver hecha realidad lo que su mensaje nos entregaba.

Mi agradecimiento profundo a la vida que me permitió escucharla.

Que su voz siga resonando en la letra del poema de Violeta Parra hasta que el agradecimiento encarne en cada uno de nosotros.

¡Gracias a la vida! ¡Gracias Negra!