Gracias a la ciencia y la gerontología, la esperanza de vida es cada vez mayor y esto nos lleva a reflexionar: ¿Cómo prepararnos para nuestro envejecimiento? ¿Cómo enfrentar la vejez de mis padres? ¿Cómo mejorar la calidad de vida? Muchos nuevos desafíos nos esperan y espero en este espacio poder ayudar a que todos tengamos un envejecimiento pleno y lleno de vida...
Tarde o temprano, llegará: ¡la batalla contra el tiempo, ya está perdida! Así que mejor preparémonos para disfrutar cada minuto...
Cariños,
Elia
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viernes, 29 de febrero de 2008

Cumple mami...

Hoy recibo con alegría este nuevo 29 de febrero, día en que nació mi madre en 1920.
Es el primer año bisiesto desde que ella murió.
Es una fecha importante para recordarla, y debe ser esa la causa por la que anoche soñé que nos encontrábamos y aprovechábamos para despedirnos y decirnos cuán importante había sido nuestra relación aunque ella había muerto hace un tiempo. Para variar apareció mi tío Anga, nos preguntó qué hacíamos, y tímidamente le conté esperando alguna respuesta intempestiva, pero simplemente dijo “Eso esta muy bien”.

Las madres siempre agregamos alguna complejidad a la vida de los niños, y nacer el haber nacido en esta fecha a mi me las trajo.

En casa los cumpleaños eran algo divertido, pero ocurría que con el de mi madre, a veces venía y a veces no. A mi me daba lástima por ella, y curiosidad, porque tardé años en entender como era el tema. Me decían que el 29 llegaba cada cuatro años... ¡Rarísimo! Además, yo sabía muy bien el versito:
“30 días tiene septiembre...
y febrero mocho con sus 28...”

Si era mocho, ¿qué pasaba con el 29?, ¿habría que cambiar el versito?, yo no paraba de preguntar, y los grandes en algún momento se cansaban, y yo tenía que esperar cuatro años más para retomar el tema.
Pues sí, ya entendí. Mi homenaje a Mami en esta, tu fecha y todo nuestro agradecimiento por lo que fuiste, y seguís siendo dentro de nosotros.

¡¡¡Chin Chin!!!!!!
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jueves, 28 de febrero de 2008

Hijos viviendo lejos

Pregunta:
Tengo 58 años, mi padre de 88 es viudo y vive solo, en un pueblito del interior a 400 Km.. No quiere ni pensar en vivir en Capital cerca nuestro. Allí, tiene algunos vecinos solidarios, pero la mayoría han muerto o emigrado y la atención hospitalaria es mínima.
¿Debo yo aceptar su decisión, que puede implicar incluso morir por falta de atención inmediata? ¿Lo obligo a venir a Buenos Aires, con la esperanza de que nuestro amor, y una buena cobertura médica, compensen el desarraigo de su tierra natal?

Respuesta:
Yo deseo para los otros lo mismo que me deseo a mi misma: que respeten la forma en que decidí vivir el último tramo de mi vida.
Te recomiendo hablar con mucha sinceridad y amor, explicando cómo la decisión de quedarse en su pueblo, implica un alto grado de soledad. Sus hijos han construido su vida en otra ciudad (con los compromisos tanto familiares como laborales que esto implica), por lo que no pueden acompañarlo por más que lo deseen. Prestá atención a poner especial énfasis en la diferencia entre soledad y abandono.
Es bastante común que el anciano quiera permanecer en su vieja casa, y a la vez, reclame compañía, como si fuera esto una tarea de los hijos. Pero si esto fue bien aclarado, entonces es él el que ha decidido no resolver la contradicción, y quizás tenga un problema con eso, pero la decisión es intransferible.
Lo mismo sucede con el nivel de atención médica, si lo hablamos y él toma una decisión, es su decisión y la vida también incluye la forma de morir.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Julie Christie, el Alzheimer y lo que se viene...

La película candidata al Oscar “Lejos de ella”, realmente me conmovió. La admirable actuación de Julie Christie a sus 66 años en el rol de una mujer condenada a la lenta degradación del Alzheimer, nos regala la posibilidad de reflexionar e ir encontrando nuevos caminos para encarar el envejecimiento.
El Alzheimer, no solo llegó para quedarse sino que las proyecciones muestran que en los próximos diez años no quedará nadie sin ser tocado por la enfermedad, ya sea por padecimiento directo o indirecto a través de un familiar.
Se lo llama la “enfermedad doble” ya que involucra tanto al paciente como al cónyuge, otros familiares e incluso a los cuidadores que suelen desarrollar depresión o trastornos de ansiedad. Los familiares lo primero que tienden a hacer, es esperar que el paciente entienda o acepte o recuerde. La película -como la enfermedad- es tan cruel y tierna como real. Sin embargo, nada de esto sucede, ni sucederá en la medida que la enfermedad avance.

¿Podemos acompañar el proceso sin deteriorarnos? ¿Es mejor alejarse y no volver a contactarlos? ¿Le “seguimos la corriente”, aunque en esto vaya todo nuestro dolor?

Transitar el desconcierto, la incertidumbre y aprender a ser resilientes será nuestra tarea.

Agradezco a esta película por darnos la oportunidad de pensar acerca de estas cuestiones antes que nos toque lidiar con ellas y así poder prepararnos. La película también nos permite reflexionar acerca de esa belleza intacta que nos muestran los personajes. Por ejemplo, Julie Christie a sus 66 años muestra un rostro hermoso y sin intervenciones quirúrgicas, con la sola marca del tiempo que pasó: su amor vivido, los desencuentros, la sabiduría que cada uno desarrolla a lo largo de una vida. Al verla me di cuenta que ya estaba olvidándome de lo que es un rostro pleno.

¿Quién se hará cargo de mi?

Pregunta:

Hoy pasé el día entero tratando de organizar todos mis aportes jubilatorios, porque acabo de cumplir sesenta años. Sé que no puedo sostenerme sólo con eso, pero en principio quiero tener todo listo para cuando lo decida.
Soy soltera, “solterona” como dicen, y siempre me he ocupado de mis padres (hoy vivo con mi madre de noventa años y su prima de ochenta y nueve). Esto de la jubilación hizo que me pregunte y te pregunte a ti quién se hará cargo de mí en el futuro, ya que padezco de artritis, y es una enfermedad bastante invalidante.

Respuesta:
En principio te diría que no sos la única en esta situación, y también que ya nos estamos dando cuenta que esto de dedicar nuestra vida al cuidado de nuestros padres, sin tener conciencia de que va a pasar con nosotros, ha sido un camino equivocado, porque ni ellos ni nosotros nos hemos hecho responsables de nuestro propio futuro.
Todavía hay padres que exigen a sus hijos que los cuiden, con el argumento que ellos lo hicieron. Pero con este “Boom de la longevidad”, hay hijos que tienen que hacerse cargo de sus padres por muchísimos años más que los veintiuno que ellos dedicaron a sus hijos.
No puedo dejar la responsabilidad de mi vida en nombre del amor a los otros, haber llevado la mochila de madre y tía podrían hacerte suponer que tienes derecho a encontrar quien portará la tuya.

No estamos acostumbrados ha llevar cada uno su propia mochila, tendrás que empezar con cambios paulatinos para focalizarte en vos y no ser una carga para nadie.
Gracias por reflexionar sobre esto mientras que juntas tus papeles. Comienza a caminar tu camino hoy, durante unos minutos cada día, siéntate en un lugar tranquilo, que te guste, a pensar cómo quieres vivir el resto de tu vida. Ten en cuenta que si tu madre cumplió noventa, tu seguramente cumplirás más y para eso faltan más de treinta años. Pide ayuda a familiares, vecinos o instituciones de la comunidad para que te ayuden a encontrar tu propio espacio.

martes, 26 de febrero de 2008

Cuando los hijos no nos hablan

Pregunta:
Tengo 86 años, vivo en una residencia geriátrica, ya que no puedo auto-sostenerme y mis dos hijos viven ambos en diferentes países.
Particularmente a uno de ellos hace diez años que no lo veo. Al comienzo por un tema de documentación que no podía salir del país donde trabaja y luego decidió no volver a Argentina. Hasta hace dos años, hablábamos semanalmente por teléfono, hasta que en una de esas conversaciones, algo sucedió como disparador, él se enojó mucho conmigo y me reprochó cosas que habían sucedido a lo largo de la vida. Después de cortar la comunicación no volvió a llamarme y cuando yo lo hago, él no me atiende.
Mi pregunta es: ¿Cómo hago? A esta altura ya deseo morir en paz, mi cuerpo ya se rinde, pero no puedo hacerlo porque quiero despedirme de él.

Respuesta:
Tengo dos sugerencias posibles:
1) Pedirle a algún familiar o amigo que pueda oficiar de mediador con su hijo y pedirle que lo haga, para que usted pueda despedirse de la manera más amorosa posible. Agrego esto de amorosa, porque si continúan discutiendo sobre el tema que provocó la ruptura es muy posible que se acreciente la distancia y quizás la ruptura sea definitiva.
2) Prepararse, es decir practicar como debiéramos hacer todos para aceptar y perdonar todo aquello que no sea amoroso.
Su hijo tendrá razones más o menos valederas, pero usted como ser único e irrepetible debiera poder dedicarse durante el resto de vida que le queda a despedir todos los malos entendidos, los rencores y los actos negativos, y así dejar a su corazón libre de sombras para realmente morir en paz.
Es la herencia más sabia que sus hijos pueden recibir. Se lo haya podido decir o no.

Mi hijo maneja mi dinero

Pregunta:
Quiero saber qué puedo hacer. Tengo 82 años y enviudé hace tres años. Toda la vida mi marido manejó el dinero y no tuvimos mayores desacuerdos. Pero cuando él murió mi hijo mayor se hizo cargo del manejo del dinero. Yo tengo dos hijos.
Me pareció lo natural, pero ocurre que hoy, hay muchas cosas que quiero hacer y me veo limitada, porque todo tengo que consultarlo con él y muchas veces él no está de acuerdo conmigo. No es que él sea autoritario, o yo no le tenga confianza, pero hay muchas cosas que a mi me encantaría hacer y él no me lo permite. Por ejemplo, un viaje en crucero invitando a una amiga. Tengo el dinero para eso, a él le parece un despilfarro y el tema queda cerrado. Si le pido a mi otro hijo que participe, a veces está de acuerdo con su hermano, y si no lo está, pelean.
Es cierto que quizás sea tarde para que yo tome decisiones que nunca tomé, pero también creo que una cosa es una relación de pareja y cómo se distribuyen las tareas y otra que el hijo y eventualmente la nuera, decidan qué es adecuado y qué no para mi vida.
Quizás mi pregunta le resulte inadecuada, pero la verdad estoy muy molesta y desorientada con esto que me pasa.

Respuesta:
Nunca es tarde, para aclarar los malos entendidos.
Evidentemente, su hijo tomo el rol del esposo, y eso hay que aclararlo. La situación ha cambiado y también debe cambiar la forma de manejar el patrimonio. Puede pedirle a su hijo un resumen de lo que dispone hasta el momento y separe un porcentaje del total para tenerlo a su disposición, en una cuenta aparte y sin tener que consultarlo.
Desde ya, aclare bien, que no es falta de confianza, sino una carencia que usted ha tenido y que ahora quiere ser responsable de sus propias decisiones.

lunes, 25 de febrero de 2008

Quiero seguir viviendo en mi casa

Pregunta:
Elia, necesito su consejo. Vivo sola a mis ochenta y cuatro años, en una casa simple de un barrio tranquilo. A mi me gusta mucho estar aquí, pero no puedo convencer a mis dos hijos de eso. Ellos dicen, que estoy muy expuesta a tener problemas físicos, como fracturas, caídas y golpes. Por lo tanto tengo que elegir entre la internación en un geriátrico (a los que odio), o vivir con una persona que se quede día y noche, cosa que no quiero. Si es que voy a tener algún accidente, bueno… lo prefiero a las otras opciones.
Mis hijos dicen -creo con razón- que son ellos los que corren, si tengo inconvenientes, y la verdad, están muy ocupados porque tienen chicos pequeños y trabajan. ¿Qué puedo hacer?

Respuesta:
Hay otra posibilidad que usted no menciona que es compartir la vivienda con alguna amiga o familiar que esté en situación parecida.
Si esto no es posible, se me ocurre una acción intermedia, que aliviaría esta preocupación en ambos.
Hay un tipo de asistencia telefónica desde hace un tiempo en Argentina que es muy eficiente. De hecho en España lo contrata directamente el Estado para personas mayores de setenta años y se lo conoce como “tele-asistencia” (Ver entrada del 18/2).
La persona se coloca una pulsera con un botón conectado a la línea telefónica que al oprimirlo, conecta con una central que le llama inmediatamente para asistirla. Los parlantes cubren todo el área de su casa, y se comunican inmediatamente con el servicio que usted requiera y con sus hijos para informarles.
El servicio es una muy buena opción intermedia entre perder su intimidad, o aumentar la preocupación de sus hijos.

domingo, 24 de febrero de 2008

No guardes porque envejeces

Este maravilloso comentario sobre el Desapego lo encontré en el Blog Mente, Cuerpo y Emociones

PRINCIPIO DEL VACÍO… Joseph Newton



Usted tiene el hábito de juntar objetos inútiles en este momento, creyendo que un día (no sabe cuando), podrá precisar de ellos.
Usted tiene el hábito de juntar dinero solo para no gastarlo, pues piensa que en el futuro podrá hacer falta.
Usted tiene hábito de guardar ropa, zapatos, muebles, utensilios domésticos y otras cosas del hogar que ya no usa hace bastante tiempo.…

Y dentro suyo?...

Usted tiene el hábito de guardar broncas, resentimientos, tristezas, miedos, etc.
No haga eso. Es anti-prosperidad.
Es preciso crear un espacio, un vacío, para que las cosas nuevas lleguen a su vida.
Es preciso eliminar lo que es inútil en usted y en su vida, para que la prosperidad venga. Es la fuerza de ese vacío que absorberá y atraerá todo lo que usted desea.
Mientras usted esté material o emocionalmente cargado de cosas viejas e inútiles, no habrá espacio abierto para nuevas oportunidades. Los bienes precisan circular. Limpie los cajones, los armarios, el cuarto de fondo, el garaje, de lo que usted no usa más.
La actitud de guardar un montón de cosas inútiles amarra su vida. No son en si los objetos guardados que estancan su vida, sino el significado de la actitud de guardar. Cuando se guarda, se considera la posibilidad de falta, de carencia. Es creer qué mañana podrá faltar, y usted no tendrá medios de proveer sus necesidades. Con esa postura, usted esta enviando dos mensajes para su Mente y su vida:
1ro… Usted no confía en el mañana
2do… Usted cree que lo nuevo y lo mejor NO son para Usted, ya que se alegra con guardar cosas viejas e inútiles.
Deshágase de lo que perdió el color y el brillo y deje entrar lo nuevo en su casa… y dentro de si mismo…

Cuando muere un hijo

Con el “Boom de la longevidad”, según nuestra actitud, podremos fluir armoniosamente o ser arrastrados tempestuosamente a tener que encarar de manera diferente y creativa las vicisitudes que la vida nos ofrece.
Acaba de morir un amigo de mi infancia. Tenía sesenta y tres años. Su madre que acaba de cumplir noventa no tiene consuelo.
Siente tremenda culpa por vivir, porque insiste que era ella la que tenía que haber muerto, y se pregunta para qué vive “¿Para pasar por esto?
No sé quién tenía que vivir. Pero lo cierto es que hoy nos resulta tan simple llegar a los noventa, como morir en la mitad de la vida, posiblemente por el aumento del estrés, con infartos, cáncer, accidentes cerebro vasculares, etc.
Por lo tanto no hay nada tan inoperante como sentir culpa por tener muchos años. Si somos responsables, de nuestra vida y nuestra muerte, mientras hacemos todo por vivir hasta los noventa plenamente, es casi seguro que veremos morir a gente querida y mejor es prepararnos para encontrar el consuelo y el sentido de esas separaciones dolorosas.
Si aprendemos a convivir con el dolor, quizás sea el propio sentido de la experiencia…
A mi vecina le tocó ver morir a su hijo a los noventa años.
Esto sucede, y forma parte del nuevo paradigma de la longevidad. Busquemos el sentido siempre de la vida y de la muerte.

Cuando el cuidado de nuestros padres no nos deja tiempo para nosotros

Pregunta:
Mi madre tiene ochenta y ocho años, esta totalmente discapacitada físicamente pero mentalmente bien. Mi hermano vive en otro país, soy soltera tengo sesenta y dos años y trabajo muchísimo para sostenerme yo y todos los gastos que origina el deterioro de mi madre. A ella la acaban de nombrar “La Reina del Geriátrico”, dado su espíritu positivo y alegre que comparte con todos.
Mientras tanto, yo vivo agobiada y triste porque mi vida en los dos últimos años se ha reducido a ir de casa al trabajo, de allí a visitar a mi madre, para luego regresar limpiar, cocinar y disponerme para el nuevo día.
El día que por alguna razón excepcional, no la he visitado, se angustió mucho, o se enojó por mi desatención. Ya no se qué hacer con tantos requerimientos. Tengo la impresión que entre las dos hacemos una. Ella se quedó con la alegría y yo con el agobio y la tristeza. Así no puedo seguir.

Respuesta:
Ante todo ten presente que es muy común que suceda, en la relación de madres añosas con hijas solteras. Realmente suele provocarse una fusión y o confusión arbitrariamente repartida.
Te sugiero que empieces hoy mismo la práctica de la separación. Simplemente porque no es bueno ser media persona. ¿Recuerdas esa vieja costumbre entre amantes de darse medias medallas? Luego nos sorprendían los divorcios…
Es tu responsabilidad recuperar la alegría, y disminuir el sufrimiento, por eso tu madre no está pudiendo ser responsable de sus propios dolores y tristezas.
Comienza a ponerlo en práctica, no hace falta que lo anuncies.
Tómate uno o dos días a la semana para hacer algo que te agrade, avísale a tu madre que lo harás y cuando se enoje, o te reproche, piensa que es responsabilidad de ella hacer algo con eso.
Si tu estás siempre haciéndote cargo de sus angustias y preocupaciones personales renunciando a tus necesidades, no le estás ayudando a ser responsable de sí misma para así poder un día morir en paz.

sábado, 23 de febrero de 2008

Cómo continuar luego de perder a tu pareja

Pregunta:

Sufro prácticamente a diario desde hace un tiempo, pensando que no soportaría la idea que mi marido muera antes que yo. ¡Ya llevamos juntos sesenta años! Se me ha transformado casi en una obsesión. ¿Es esto normal?

Respuesta:

Por suerte has empezado a darte cuenta que tu temor es una energía que te consume sin ser utilizada positivamente, y has podido hacer la consulta.

En nombre del amor que sentís por tu marido comienza a practicar de qué manera podrías seguir viviendo honrándolo a él y al amor que vivieron. Si después de sesenta años de amor, no se encontró dentro del corazón la posibilidad de seguir en ese estado amoroso, con la presencia física o sin ella, hay algo que no me cierra.

Anticiparnos a las dificultades o limitaciones que reconocemos como propias, es una llave maestra.

viernes, 22 de febrero de 2008

Des-apego

Pregunta:
Somos una pareja de más de 80 años, vivimos en un departamento y tenemos otros dos de dos y tres ambientes que usamos como renta. Esto nos permite vivir muy austeramente, pensamos en vender uno de ellos y vivir los últimos años más holgadamente, pero tememos que llegue un día que no nos alcance para más, y que sean nuestros hijos los que tengan que hacerse cargo de nosotros. ¿Qué nos sugiere hacer?

Respuesta:

Siempre tenemos que tener presente que nuestro bienestar, es el bienestar de quienes nos rodean. Imagino que si vuestros hijos los ven viviendo solamente cubriendo las necesidades básicas, será una fuente de preocupación que no va a ser compensada cuando ustedes ya no estén, vendiendo esas propiedades u objetos valiosos, y no sabiendo qué hacer con la mayoría de ellos.
Les sugiero que empiecen a practicar cuanto antes el des-apego, de cuantas cosas pueden ir prescindiendo para usar ese dinero en actos que les redunden alegría o les disminuyan el sufrimiento.
Sé que no es fácil, es un ejercicio, una práctica. En general cuesta mucho empezar a hacerlo y ustedes pueden ser modelo para los que venimos detrás.
Que los bienes materiales que acumulamos a lo largo de la vida, puedan transformarse al final de ella en momentos plenos de felicidad.

lunes, 18 de febrero de 2008


Llegó al país la "teleasistencia"
Una pulsera ayuda a atender emergencias de personas mayores

Apretando un botón se comunican con psicólogos o con asistentes sociales


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LANACION.com Ciencia/Salud Lunes 18 de febrero de 2008


La Teleasistencia es una gran ayuda para aquellos que viven solos y una tranquilidad para sus familiares... Puede ser la gran solución frente a la decisión de internación o no y al problema de administrar cuidadores.
Por otro lado, no solo es una oportunidad para nuestros padres, sino también para nosotros ya que siempre podemos tener una emergencia, sobre todo cuando se vive solo, se tiene chicos, se está embarazada o luego de una operación.