Gracias a la ciencia y la gerontología, la esperanza de vida es cada vez mayor y esto nos lleva a reflexionar: ¿Cómo prepararnos para nuestro envejecimiento? ¿Cómo enfrentar la vejez de mis padres? ¿Cómo mejorar la calidad de vida? Muchos nuevos desafíos nos esperan y espero en este espacio poder ayudar a que todos tengamos un envejecimiento pleno y lleno de vida...
Tarde o temprano, llegará: ¡la batalla contra el tiempo, ya está perdida! Así que mejor preparémonos para disfrutar cada minuto...
Cariños,
Elia
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viernes, 27 de abril de 2012

Más personas deciden cómo será su final

¡Qué bendición! Poder tomar algunas decisiones de cómo queremos terminar nuestra querida vida.

A la ciencia médica le podemos agradecer todos los años que nos ha agregado, pero la decisión de la calidad de cómo vivirlos está en nosotros.
Para muchos ya es tarde porque no están en condiciones mentales para hacer cumplir sus deseos.

Por eso es importante que empecemos  a ver de qué se trata, mucho antes de que sea inminente el descalabro.
En esta nota del Diario La Nación hay datos para hacerlo conscientemente.

Dejemos de postergar, ya que más tarde o más temprano llegaremos al final.
Si tengo una vida plena, rodeada de gente querida, (No necesariamente familiares directos) ¿Por qué no terminarla de la misma forma plena ¿Vale la pena imponer la negación y sufrir y hacer sufrir, con tal de no mirar el final que llegó?

Como dijo Oscar Berg: “A la medicina moderna le podemos confiar nuestra vida, pero no nuestra muerte”

sábado, 21 de abril de 2012

Prevención para la salud, ¿estamos exagerando?

En la consulta anual con mi médico clínico, quedé totalmente impresionada con lo incómodo que se siente al hablar de los excesos de la medicina preventiva que llevan a cabo la mayoría de sus colegas.

Él sigue las investigaciones que publica la New England Journal of Medicine y decidí compartir distintas opiniones del debate instalado al respecto.

LA ÚLTIMA PERSONA SANA
Hace ya casi veinte años leí un artículo del doctor Clifton Meador en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine sobre el tema que nos ocupa. Me pareció simpático –describe un caso clínico imaginario- pero bastante exagerado. Pues bien, al releerlo estos días observé que bien podría ser la historia de cualquiera de nosotros en el tercer milenio; casi diría que es la rutina.

Aunque a mi generación todavía no le tocó esa medicina preventiva de inmunizaciones, control de peso y talla, diagnósticos de males congénitos, que les tocó a nuestros hijos que acudían al “Pediatra del Niño Sano”, sí terminamos tempranamente comprometidos con enfermedades relativamente silenciosas como aquellas metabólicas, con la hipertensión, el sobrepeso, el sedentarismo, las toxicomanías y luego una serie de trastornos en la esfera mental y afectiva como el estrés, la depresión y la ansiedad, los males de la columna (no hay duda de que de ella abusamos).

Recuerdo de mis épocas lejanas del internado, que teníamos al frente a un enfermo muy afectado por una artritis reumatoidea. El paciente fue cuidadosamente examinado por uno de aquellos verdaderos profesores de la época, clínicos con una erudición de conocimientos médicos realmente increíble y vocación de transmitir sus conocimientos a sus alumnos. Al terminar su disertación, alguien le preguntó: “Profesor, ¿y cómo lo tratamos? Este lo miró escéptico y le dijo: denle un poco de aspirina”. Casi medio siglo más tarde, ese mismo paciente sería estudiado con un panel de anticuerpos muy completo, tendría un diagnóstico diferencial mucho más basado en los exámenes paraclínicos, y sería bombardeado con una serie de tratamientos (costosos, eso sí) que en un porcentaje importante de pacientes, logre mejorías milagrosas.

Pues bien, aunque hace muchos años dejamos de ser sanos, sí hemos logrado enderezar las cargas gracias a una serie de medicamentos revolucionarios que nos han alargado la vida, así que nos convertimos en enfermos compensados.
Necesitamos dedos de varias manos para contar el número de pastillas que ingerimos diariamente, y ya –aún sin ir al médico- salimos de los supermercados abarrotados de diversos antioxidantes, vitaminas y minerales, productos naturistas para la próstata, la depresión, el insomnio, amén de antiácidos, analgésicos y toda clase de pepas de diferentes y atractivos colores. Ya pasó la época de los remedios que sabían horrible, como el aceite de ricino. Aunque no sea uno de aquellos que se gastan una fortuna en medicamentos para que el pelo renazca o la función eréctil mejore, hay que adquirir los inevitables protectores solares y un número indeterminado de cremas y ungüentos para las inacabables afecciones dermatológicas.

La salud no significa simplemente ausencia de afecciones o enfermedades sino que constituye el completo estado de bienestar físico, psíquico y social. Pero ¿pueden las naciones financiar todo esto? La sociedad sufrida de las clases populares se ha convertido en una consciente de sus derechos, que apelará a los tribunales para recibir los últimos tratamientos, y los médicos estaremos de acuerdo con ello, porque por algo no somos economistas ni financieros. No sé ahora, pero los de antes quedamos irremediablemente impregnados del Juramento Hipocrático.

Dice Carlos Gherardi en el diario argentino “El Clarín” que todos tenemos la experiencia cotidiana de los crecientes exámenes solicitados rutinariamente frente a una situación fisiológica como un embarazo, el acentuado requerimiento de mayores exámenes frente a un eventual esfuerzo físico en un niño en edad escolar o los estudios auxiliares cada vez más interminables que simplemente se efectúan ante el pedido de una persona en calidad de chequeo rutinario.

Y en esta medicalización insoportable de la vida –continúa Gherardi- donde todos son algoritmos, estadísticas, puntajes predictivos de morbilidad y mortalidad y rutas críticas de prevención, diagnóstico y tratamiento, el concepto de “la última persona sana” no es lamentablemente una metáfora sino una dura advertencia a la sociedad de consumo que no será beneficiada ni será siquiera feliz cuando la salud se vende como un artículo más.

¿Es la salud un estado de completo de bienestar como la califica la OMS? ¿Es acaso la ausencia de enfermedad? O ¿más bien es una adaptación cambiante y variable, subjetiva hasta cierto punto? Resultaría más bien una situación de equilibrio constante entre el sujeto y el medio en la búsqueda constante de una relación armoniosa que, según sus resultados, en un caso entrará dentro de la normalidad y en otro dentro de lo patológico. Parece claro entonces que la salud es una cuestión más filosófica que científica.

Alfredo Jácome Roca, MD
Editor, Tensíómetro Virtual

martes, 17 de abril de 2012

2012, año Europeo del Envejecimiento Activo y la Solidaridad Intergeneracional

En el boletín de Portal Mayores, se encuentran muchas notas relacionadas con las actividades que se están realizando en función de facilitar este objetivo.

Cada año dos millones de europeos llegan a los 60 años, si la tendencia continúa, las personas mayores se incrementarán hasta el 30% de la población en 2020, frente al 17% actual.

El proyecto Goldenworkers identifica los riesgos del envejecimiento de la población activa.

La iniciativa apuesta por las nuevas tecnologías de la información como palanca de integración.
La Fundación Adecco, el IESE Business School y un experto de Telefónica han presentando el proyecto Goldenworkers por el envejecimiento activo.

La evolución de la pirámide demográfica indica que las personas mayores pasarán de 800 millones en la actualidad a cerca de dos mil millones para 2050.
La longevidad es el mayor logro de desarrollo de la humanidad, pero también un riesgo a resolver en materia de consumo, pensiones, mercado laboral, sanidad, impuestos y discapacidad.

El proyecto europeo, que estudiará los diferentes escenarios para mejorar la vida profesional y social con ayuda de las nuevas tecnologías de la información, busca ser una referencia a nivel europeo con la participación de siete entidades de referencia en el proyecto de colaboración promovido por la Comisión Europea.

Todo lo que se pueda hacer a nivel gubernamental y ONGs, bienvenido. Pero sigo insistiendo en la responsabilidad personal y que cada uno de nosotros nos ocupemos del envejecimiento activo, nos mantengamos curiosos, no perdamos nunca la búsqueda del sentido de la vida, buena dieta y ejercicio siempre.
Es muy posible, que la solidaridad intergeneracional se dé espontáneamente, porque dejaremos de ser una carga para los jóvenes, para transformarnos en reservorio de experiencias y su transmisión, para que muchos de nuestros dolores hayan servido para que los que nos sucedan no tengan que reeditarlos.

viernes, 6 de abril de 2012

Longevidad: ¿Ser feliz, contribuye a lograrla? - Mihaly Csikszentmihaly

Transcribo la última frase de una entrevista que el economista y filósofo, catalán Eduard Punset le hizo al psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi.

“Las personas tienen unos trabajos razonablemente buenos pero tenemos esos 40 años para hacer no se sabe qué. De manera que la gente tiene que descubrir una nueva forma de vivir, si no será muy aburrido y la gente estará esperando las campanadas de fin de año para poder decir, bueno, ya puedo irme, en lugar de disfrutar de la vida”.

Ni qué hablar, que ahora a las décadas laborales, le siguen 3 más de ocio, que si no se las organiza, serán una pesadilla!

Si tenemos que encontrar algo interesante para hacer durante 70 años, en principio tenemos la responsabilidad de ser felices, de manera que todo lo que encuentro interesante al respecto lo comparto, porque hay mil maneras de ser feliz; lo que no debiera haber es la decisión de no serlo durante tanto tiempo.

La felicidad La experiencia autotélica

Sobre la felicidad, nos parece importante añadir lo que dice el catedrático de psiquiatría granadino, Enrique Rojas Montes, en "El hombre light" (1992):
"La felicidad es la máxima aspiración del hombre, hacia la que apuntan todos los vectores de su conducta, pero si queremos conseguirla, debemos buscarla. Además, la felicidad no supone un hallazgo al final de la existencia, sino a través de su recorrido".

También el filósofo estoico frigio Epicteto (50-130 d.C.) decía que:
"No depende de nosotros el ser ricos, pero sí el ser felices. Además, las riquezas no son siempre un bien, porque suelen ser poco duraderas. En cambio, la felicidad que proviene de la sabiduría perdura siempre".
Otra máxima importante es la definición dada por el dramaturgo español Antonio Gala (1937-):
"La felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante".
Un estudio muy actual, completo y práctico lo podemos encontrar en la obra "Fluir (Flow): Una Psicología de la Felicidad", donde el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi estudia el estado que denomina de "flujo" (flow).


En síntesis, el flujo es un estado de felicidad cuando realizamos alguna tarea, de forma que podemos mantener una concentración especial disfrutando de la tarea que realizamos, teniendo total orden en lo que llama "energía psíquica" y controlando la situación.
Es una experiencia "autotélica" (del griego auto, en sí mismo, y telos, finalidad), por cuanto la finalidad de la misma es ella misma. O sea, el disfrute se obtiene al realizar la tarea y no sólo al conseguir terminarla.

Es algo similar a lo que suponemos que pasará a un pintor cuando pinta o a un músico cuando ejerce su actividad.

En cierta forma muchas de nuestras experiencias diarias (esperar, andar, estudiar...) pueden acercarse a una experiencia autotélica, aunque, naturalmente a veces no es fácil, pero sólo intentarlo puede mejorar en mucho dicha experiencia. Es, en suma, un estilo de vida.
Algo nada novedoso, pues hace más de 2.300 años en las escrituras del erudito taoísta chino Chuang Tzu (c.369-c.286 a.C.) aparece el concepto de yu, una forma de seguir el camino (Tao), sin preocuparse por las gratificaciones externas.
Según Csikszentmihalyi el estado de flujo se encuentra cuando la tarea encuentra un punto adecuado entre las habilidades que requiere y los desafíos que muestra al sujeto.
De esta forma, si la tarea es demasiado simple para nuestras habilidades genera aburrimiento (alienación, desde un punto de vista social y más grave). Inversamente, si la tarea es demasiado compleja y presenta un desafío demasiado grande para nuestras habilidades, puede generarse ansiedad (anomia, según el término que el sociólogo francés Émile Durkheim daba a una sociedad con normas de comportamiento confusas).
Es importante destacar que los desafíos importantes no son los que realmente se presentan, sino aquellos de los que la persona sea consciente de ellos. Igualmente, no son las habilidades que realmente poseemos lo que determina nuestros sentimientos, sino las que nosotros pensamos que poseemos o que queremos adquirir.
Der Spaziergang
Marc Chagall
En conformidad con lo que decía el emperador Marco Aurelio, Csikszentmihalyi afirma que: 
"una persona puede hacerse a sí misma feliz o miserable independientemente de lo que esté realmente sucediendo «fuera», tan solo cambiando los contenidos de su conciencia.
Todos conocemos individuos que pueden transformar situaciones desesperadas en desafíos que superar, simplemente por la fuerza de su personalidad. Esta capacidad de perseverar a pesar de los obstáculos y retrocesos es la cualidad que la gente más admira en los demás y con justicia, porque es probablemente el rasgo más importante, no sólo para tener éxito en la vida, sino también para disfrutarla".
La aplicación de todo esto no es algo que se hace una vez en la vida y nos olvidamos del tema, sino que es un continuo reto. Con un poco de práctica e interés no es excesivamente difícil conseguir un estilo de vida más sano emocionalmente y que nos llevará a mayores éxitos personales e incluso profesionales. 
No debemos concluir que relativizar los problemas tiene sólo consecuencias positivas. Los problemas deben afrontarse buscando las mejores soluciones, pero eso no indica que debamos sufrir mientras el problema exista, pues, en la mayoría de los casos ese sufrimiento no sólo no conduce a la mejor solución, sino que impide llegar a ella.