
Por otro lado hace unos meses fue tapa de revista la actriz Araceli González con el motivo de su cumpleaños número cuarenta.
La frase de tapa era “A los cuarenta vivo mi segunda adolescencia”. Más allá que ella es muy linda y el Photo-shop aportan lo suyo hay algo que tanto Tinelli como ella dejan en el camino. Me refiero a buena parte de las experiencias que vivieron.
Si hay algo que caracteriza a los tatuajes es su perdurabilidad, y no honramos el devenir de la vida congelando en el cuerpo creencias que pueden ser cambiadas con el paso del tiempo. El tatuaje congela la imagen, y justamente si hay un hombre que fue transformándose a través del tiempo fue Tinelli que “hizo camino al andar”.
Quizás frente al cuco del medio siglo dirá: “estuvo todo bien hasta aquí, pero a los cincuenta me meto en el freezer ¿Para qué tanto cambio?”
Y Araceli, que a los cuarenta tiene una hija (Florencia Torrente) que ya no es adolescente, parece estar dispuesta a perder todo el camino recorrido. Porque si la adolescencia es dura…¿se imaginan una segunda? Ella ha sido muy exitosa profesionalmente, ha tenido grandes amores… ¿nada de esto le dejó aprendizaje? ya que decide volver a la inexperiencia e incertidumbre que define a la segunda década, dudas sobre el sexo, la pareja, la elección de carrera, los miedos...Cuando fue madre de una adolescente, no pudo cerrar aquel capítulo. Creo que aquí hay un mal entendido.
Quizás nos cueste pero valdría la pena, encontrar en las arruguitas y la celulitis el conocimiento que nos aportaron, para así usar las herramientas que el paso del tiempo nos va a portando.
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