
Tan intensa fue la experiencia que pensé que esos jóvenes están explotando como la primavera y traté de recordar cuándo fue la explosión de mi primavera en la vida y con cierta desilusión descubrí que en aquel momento no me di cuenta del singular momento por el que estaba pasando.
A esa edad estaba tan preocupada por saber a qué me iba a dedicar, si tendría éxito y si formaría pareja y tendría hijos. Cuando los tuve el temor a no saber guiarlos y tanta preocupación, que no pude (y tampoco supieron los grandes que me decían “estás en la flor de la edad, a tu edad yo…etc.”) darme cuenta que a la vitalidad de la primavera no se la puede detener pero sí se la puede ignorar.
Quizás si hay tanta gente de más de sesenta negando el paso del tiempo y no queriendo ver el otoño de la vida, pueda ser porque nunca fueron conscientes de que vivieron su primavera.
Después de lograr salir de esta nostalgia, quiero dedicarme de lleno a vivir mi otoño, con sus colores mágicos sus rojos, amarillos y dorados todos al mismo tiempo; no sea el caso de que por no querer vivirlo, inexorablemente me llegue el invierno y sea sólo un padecimiento.
[Foto de Go Card USA]
1 comentario:
Felicidades!
Me encanta tu artículo, el mismo me ha hecho reflexionar mucho y pensar en mi actual marco de prioridades.
Un abrazo
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