Y como si esto fuera poco, muchos de ellos con bebés de los que se hace cargo el cónyuge acompañante. Lo maravilloso de esta estadía es que llegué en el momento en que ...¡estalló la primavera! En pocos días cientos de ciruelos en flor, cerezos blancos y rosados, magnolias japónicas, salpicados con árboles de flores amarillas y miles y miles de tulipanes (sé lo que digo, acabo de contar en un solo cantero de un parque 400 tulipanes. Y también hay pensamientos, azaleas, iris, junquillos, narcisos ... nunca vi una primavera igual.Tan intensa fue la experiencia que pensé que esos jóvenes están explotando como la primavera y traté de recordar cuándo fue la explosión de mi primavera en la vida y con cierta desilusión descubrí que en aquel momento no me di cuenta del singular momento por el que estaba pasando.
A esa edad estaba tan preocupada por saber a qué me iba a dedicar, si tendría éxito y si formaría pareja y tendría hijos. Cuando los tuve el temor a no saber guiarlos y tanta preocupación, que no pude (y tampoco supieron los grandes que me decían “estás en la flor de la edad, a tu edad yo…etc.”) darme cuenta que a la vitalidad de la primavera no se la puede detener pero sí se la puede ignorar.
Quizás si hay tanta gente de más de sesenta negando el paso del tiempo y no queriendo ver el otoño de la vida, pueda ser porque nunca fueron conscientes de que vivieron su primavera.
Después de lograr salir de esta nostalgia, quiero dedicarme de lleno a vivir mi otoño, con sus colores mágicos sus rojos, amarillos y dorados todos al mismo tiempo; no sea el caso de que por no querer vivirlo, inexorablemente me llegue el invierno y sea sólo un padecimiento.
[Foto de Go Card USA]
1 comentario:
Felicidades!
Me encanta tu artículo, el mismo me ha hecho reflexionar mucho y pensar en mi actual marco de prioridades.
Un abrazo
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