Por ahora la humanidad cree en los distintos Dioses de las distintas religiones. De hecho cuando se le pregunta a gente de mi generación “¿En qué crees?” la mayoría responde “en Dios” o “algo Superior” o “soy ateo” o “soy agnóstico”. Pero no lo relacionan con los valores.
¿Podemos imaginar un mundo donde la gente crea en ejercer la honestidad o la compasión, simplemente porque cree que es lo mejor para todos y sin esperar el juicio Divino?

Contribuyamos con nuestro granito de arena para construir un mundo en Paz.
Y gracias a María...
Todo suma, no sólo la presencia transformadora del Dalai Lama, sino cómo llegué a escucharlo. Las entradas rápidamente se agotaron, y una amiga de mi hija que se había ocupado de conseguirla, viendo mi especial interés por la conferencia se ofreció a cedérmela. No lo acepté, simplemente porque ella es joven y puede ser un agente de transformación mayor que yo y además había hecho todo lo necesario por conseguirla, cosa que yo no hice porque me enteré demasiado tarde.
De todas maneras, me costaba tolerar la idea de no verlo estando tan cerca, por lo que se me ocurrió ir al auditórium donde era el encuentro y ¡oh casualidad! vuelvo a encontrarme con María que nuevamente me ofrece la entrada viendo mi extremo entusiasmo en ir y merodear por la puerta trasera, lugar donde yo imaginaba que iría a entrar. Por esto se generó una situación un poco molesta para ella, porque no se sentía cómoda dejándome afuera.
Nuevamente la tranquilicé y … ¡Eureka! A los cinco minutos de ubicarme donde me imaginaba que entraría el Dalai Lama, él bajó del auto a dos metros de donde estaba; aplausos, emoción, alegría y suena mi teléfono. Era María que me decía que quedaban lugares libres, que preguntara por la posibilidad de entrar.
Después de que dos personas me dijeran que no podía entrar, hubo un tercero que aceptó a regañadientes y allí estuve escuchando la disertación impecable, disfrutando de su alegría y buen humor.
¿Se preguntan cuál es la moraleja? Pues bien, María mantuvo su entrada pero fue muy generosa con su llamado, y al sumarle mi esfuerzo por lograr el objetivo ¡Bingo!...los deseos pueden realizarse.
[Foto Stephan Bollinger]
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