Película más que recomendable para conocer minuciosamente el mundo de aquellos que dan en adopción, los que adoptan, y los sentimientos de los niños en juego.
Pero me resultó imperdible las posibilidades de reflexionar sobre el sufrimiento que provocan los secretos o malentendidos en las familias y la necesidad de comprender que siempre se está a tiempo, si tomamos el coraje de encarar los temas que nos distanciaron, de transformar una vida desgraciada en una llena de comprensión, aceptación y perdón.

Estamos acostumbrados a la creencia de que con el paso del tiempo podemos cambiar; yo diría que necesariamente tenemos que ocuparnos de evolucionar y el Director y Guionista,
Rodrigo García, lo mostró muy bien. Es esa evolución la que nos permite cambiar y tener distintos puntos de vista a lo largo de los años, que generalmente son para el bien de todos.
Odiar a una madre durante años y luego dejar que el corazón se exprese amorosamente debiera ser un objetivo. Perdonar a aquellos que por error u omisión nos dañaron, debiera ser otro.

No dejemos para mañana. Aclarar, decir lo que sentimos, escuchar las razones del otro, siempre nos va a mejorar como personas. ¡A intentarlo!
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