Mis hijos no tuvieron las ventajas que tuve yo en mi infancia: cuando uno viene de la pobreza más abyecta, no hay otra dirección adonde ir que no sea hacia arriba.
Sé que el amor es más hondo a medida que uno se hace más viejo.
Descubrí que Dios no necesita que le cantemos alabanzas sino que seamos mejores como personas.
Sé que todo buen aprendizaje termina sólo cuando estás bien muerto.
Sé que "Atrapado sin Salida" fue una gran decepción en mi vida. Compré los derechos para cine, pero nadie quería hacer una película con eso. Entonces pagué para hacerlo en Broadway, pero tampoco. Había una línea en especial en el libro que me parecía inigualable: cuando McMurphy trata de arrancar el lavatorio de la pared delante de los demás internos y no puede. Y todos lo están mirando y él gira hacia ellos y les grita: ¡Por lo menos traté! Hay días en que pienso que ése debería ser mi epitafio.
Todo el mundo se la pasa hablando de los viejos tiempos: que las películas eran mejores, que los actores eran superiores, que la gente era más solidaria. Lo único que yo sé de los viejos tiempos es que ya pasaron.
Creo que recién ahora empiezo a saber quién soy. Como si mis virtudes y mis defectos hubiesen estado hirviendo en una olla todos estos años y con el hervor se hubieran ido evaporando y convirtiéndose en humo, y lo que queda en el fondo de la olla es mi esencia, y se parece inquietantemente a aquello con lo que empecé al principio.

Realmente una sencilla y profunda síntesis. Vale la pena agregar que no deja traslucir los sentimientos que quizás le despierten el saber que su hijo Michael de 66 años padece de un cáncer de pronóstico reservado.
La vida ofrece siempre una de cal y una de arena. Lo importante es que la esencia nuestra, pueda contener a las dos.
¡Que bueno poder enunciar una frase para el epitafio que nos represente cabalmente!
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