Gracias a la ciencia y la gerontología, la esperanza de vida es cada vez mayor y esto nos lleva a reflexionar: ¿Cómo prepararnos para nuestro envejecimiento? ¿Cómo enfrentar la vejez de mis padres? ¿Cómo mejorar la calidad de vida? Muchos nuevos desafíos nos esperan y espero en este espacio poder ayudar a que todos tengamos un envejecimiento pleno y lleno de vida...
Tarde o temprano, llegará: ¡la batalla contra el tiempo, ya está perdida! Así que mejor preparémonos para disfrutar cada minuto...
Cariños,
Elia
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jueves, 7 de julio de 2011

"El cuaderno de Maya" de Isabel Allende

Acabo de leer este libro, el último de esta escritora excelente que nos ha dado Chile.

Es una novela atrapante y recomendable, especialmente porque la autora sabe de qué habla. Ha tenido personas muy cercanas con adicciones duras, y esa vivencia la transmite.

Ahondarnos en la vida de Maya nos permite aprender, saber, asomarnos al mundo de las peores adicciones y la influencia que pueden tener en la vida de cada uno, la familia, el amor, el abandono, los valores.

Al final de la lectura se puede comprender mejor y perdonar, porque no, los dramáticos y patéticos momentos que puede vivir un adicto.

Transcribo algunos párrafos a modo de acercarnos a esta adolescente de 19 años: Maya

…Pusimos a Daisy (perrita) en una caja y la enterramos en el jardín. Mi Nini (abuela) quiso conseguir otra perra lo más parecida posible a Daisy, pero mi Popo (abuelo) dijo que no se trataba de reemplazarla sino de vivir sin ella.

-No puedo, Popo, ¡la quería tanto!, sollocé inconsolable.

-Ese cariño esta en ti, Maya, no en Daisy. Puedes dárselo a otros animales y lo que te sobre me lo das a mí, me respondió ese abuelo sabio. Esa lección sobre el duelo y el amor me servirá ahora…

…Mi Popo insistió en morir en su casa… La muerte le pasa a otros, no a quienes más amamos y mucho menos a mi Popo, que era el centro de mi vida, la fuerza de gravedad que anclaba el mundo; sin él yo no tendría asidero, me arrastraría la menor brisa.

-¡Me juraste que nunca te ibas a morir, Popo!

-No, Maya, te dije que siempre estaría contigo, ¡y pienso cumplir mi promesa!…

…Quería entregarme sus vivencias y su sabiduría antes de irse. Nunca perdió su lucidez.

-¿Tienes miedo, Popo?-, le pregunté.

-No, pero tengo pena, Maya. Quisiera vivir veinte años más con ustedes, me contestó.

-¿Qué habrá al otro lado Popo? ¿Crees que hay vida después de la muerte?

-Es una posibilidad, pero no está probado. Es absurdo creer solo en lo que se puede probar…

…En el tiempo desgraciado en Las Vegas, mi Popo vino a verme una sola vez. Yo había conseguido una heroína tan barata, que debí haber sospechado que no era segura. Sabía de adictos que habían perecido envenenados por las porquerías con que a veces cortan la droga, pero estaba muy necesitada y no pude resistir. La esnifé en un asqueroso baño público. No tenía una jeringa para inyectármela; tal vez eso me salvó. Apenas inhalé sentí patadas de mula en las sienes, se me desbocó el corazón y en menos de un minuto me vi envuelta en un manto negro, sofocada, sin poder respirar. Me desplomé en el suelo, en los cuarenta centímetros entre el excusado y la pared, sobre papeles usados, en un vaho de amoniaco.

Comprendí que me estaba muriendo, y lejos de asustarme, me invadió un gran alivio. Flotaba en agua negra, cada vez más hondo, mas desprendida como en un sueño, contenta de caer suavemente hacia el fondo de ese abismo líquido y poner fin a la vergüenza, irme, irme del otro lado, escapar de la farsa que era mi vida, de mis mentiras y justificaciones, de ese ser indigno, deshonesto y cobarde que era yo misma, ese ser que culpaba a mi padre, a mi abuela y al resto del universo de su propia estupidez…

…Entonces, cuando ya estaba ida, escuché desde muy lejos gritos de Maya, Maya, ¡respira! ¡Respira! ¡Respira! Reconocí el vozarrón perentorio, era mi Popo.

-Eres tú, Popo. No hubo respuesta.

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