Quiero destacar dos intervenciones que hubo en una charla que di sobre el “Boom de la longevidad” en el Foro de la Mujer, porque es un tema al que tendremos que darle una mejor respuesta.
La primera fue hecha por una mujer de poco más de setenta años y la hizo a raíz de mi facilidad con que hablo de “los viejos”. Bastante molesta me dijo que ella no era vieja, ni lo sería, porque eso depende del estado de ánimo.
La otra la hizo una mujer de cuarenta que estuvo de acuerdo con la anterior y agregó hablar de joven o viejo es un prejuicio, pues antes tendríamos que definir cada uno de los términos.
Lo primero que tengo para decir en defensa de mi forma de expresión, es que por lo que veo he sido bendecida por la vida, ya que me crié rodeada de “viejos queridos” al principio fueron abuelos y vecinos, y luego padres, tíos, suegros y amigos que fueron envejeciendo.
Para mí no tiene connotación negativa, al contrario, son viejos que cuentan sus experiencias, hablan de sus errores, de sus responsabilidades y básicamente no me retan, aunque quizás estén viendo cuánto me estoy equivocando.
Los viejos desagradables, que los hay y en abundancia, han comenzado por ser “personas desagradables”, de manera que no debiéramos atribuirle a la vejez ese calificativo
También es cierto que dentro del viejo paradigma “abuelo” por ejemplo es sinónimo de viejo, pero de ahí a creer que somos eternamente jóvenes con sólo proponérnoslo hay un largo camino que confunde.
Si los viejos somos jóvenes, encontramos que los jóvenes son inmaduros porque les falta varias décadas de experiencia.
¿Seremos adultos mayores? Esa definición nos resulta ajena, pero la familiar “Viejo” suena desagradable.
Pues bien en esta transición prefiero “malo conocido que bueno por conocer”. Mostremos todos los aprendizajes que hemos hecho, y resultemos ser “viejos interesantes”.
Porque les aseguro que en ausencia de ellos... todo el mundo se refiere a los “viejos”.
(Foto de 3dom)
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