Gracias a la ciencia y la gerontología, la esperanza de vida es cada vez mayor y esto nos lleva a reflexionar: ¿Cómo prepararnos para nuestro envejecimiento? ¿Cómo enfrentar la vejez de mis padres? ¿Cómo mejorar la calidad de vida? Muchos nuevos desafíos nos esperan y espero en este espacio poder ayudar a que todos tengamos un envejecimiento pleno y lleno de vida...
Tarde o temprano, llegará: ¡la batalla contra el tiempo, ya está perdida! Así que mejor preparémonos para disfrutar cada minuto...
Cariños,
Elia
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martes, 22 de marzo de 2011

Sierra de los Padres

¿Confusión o estamos grandes?

Por suerte para mí, participé de un nuevo encuentro con amigos de la “gloriosa promoción 65”. Nada menos que 45 años de vida compartidos. Éramos 10.

El dueño de casa para simplificarnos el menú, pidió empanadas.

Llegamos a las 19,30 hs., cosa que hizo suponer que comeríamos temprano, pero simplemente fue una impresión errada en la que caímos varios.

Dado que las papitas y maníes no alcanzaban para diluir los brebajes alcohólicos, que sí estaban desde temprano, a las 21 hs. un osado se animó a preguntar por las empanadas.

-Ya llegan- contestó. A las 21,30 suena el timbre y al unísono, irrumpimos en un nuevo brindis, porque llegaron.

Hasta ahí había sido una reunión muy relajada bajo las estrellas, en la galería. El anfitrión deja las bolsas sobre la mesa y señala donde están las fuentes.

Como siempre las chicas atentas a todo, una observa que la bolsa tiene el logotipo de una heladería famosa, de manera que casi brindamos otra vez, por sorprendernos con el postre. Es casi Universal esto de esperar que los hombres nos sorprendan siempre.

–Dónde está el freezer, grita-

-¿para qué?

-Para el helado, hace mucho calor…

¿Qué helado, quién lo trajo?

-Vos lo trajiste…

¿¿¿¿¿Yo?????

Los hechos sucedieron así:

a) Al pagar el Delivery, le llamó la atención que fuera menos de lo que le habían dicho al hacer el pedido, pero pensó que le habían hecho un descuento por ser cliente y le dio una buena propina.

b) Cuando nos dimos cuenta de la confusión, no encontrábamos el teléfono de la heladería, y de tanto reír no se nos ocurrió quedarnos con los 3 kilos de helado.

c) Logramos comunicarnos con la heladería y aliviar al empleado que insistía que lo había entregado en esa dirección, y no le creían, porque era raro que alguien se quedara con tantos kilos sin pedirlos.

d) Ya eran casi las 22 hs. y las empanadas sin llegar.

e) Tiramos la moneda para ver quién bajaba a devolver la bolsita, porque sentimos vergüenza.
¿Vergüenza de qué? De que se dieran cuenta que ya estamos grandes. Porque si bien estamos grandes pero ¡Divinos! Cada vez nos cuesta más hacer algo sin errores.

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