Este parece que fuera la continuación del anterior, porque así como así, me encuentro explicándole a mi marido el momento existencial, llamémosle así, que estaba atravesando un amigo y para redondear la idea le digo: “Sergio tendría que romper con todo, familia, trabajo, país de residencia.
Es bueno que aclare, que conocí mucha gente, especialmente en el trabajo clínico, que necesitaba hacerlo, y en general me parecía valiente quien lograba hacerlo, pero para mi sorpresa, escucho una respuesta que me silenció, al menos por un rato.
Confieso que nunca pensé en semejante obviedad. Simplemente el hecho de que alguien pudiera romper viejas estructuras me parecía loable. Hoy me doy cuenta de la infantilidad del planteo.
Lo complicado es que no sólo yo pienso así; hay muchísima gente que se propone como único objetivo romper, con el pasado, con los afectos, etc.
Tengamos cuidado que sólo destruir, es la mitad del camino y ¡ni un paso más!
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