La lectura del artículo “Expulsa al mendigo emocional de tu vida” me movió a reflexionar acerca del malentendido que resulta de confundir la soledad con el abandono.
Desde niños nos empiezan a confundir : “Pobrecito, está sólo”. “¿Por qué estás sólo?, ¿acaso estás triste?” Y cosas semejantes que van formando en nuestro interior las futuras sensaciones de estar mal por sentirse solo, lo cual se hace extensivo a la soledad por no tener pareja.
Creo que “pobrecito…” se relaciona a la idea de que lo dejaron abandonado, y de ninguna manera debiera ser relacionado con el estado de soledad, que puede ser uno de los más creativos y placenteros momentos que nos ofrece la vida.
Le agradezco a uno de mis queridos tíos el ejemplo que me dio cuando yo era niña. Él esperaba que todos se fueran a dormir con alegría, porque llegaba la hora de sentarse bajo las estrellas a fumar su pipa. Le pregunté si no se aburría:
-¡Aburrirme! Ojala toda la gente se diera cuenta de la importancia de estar solo cada día; empezá a practicarlo, te va a ayudar mucho en la vida- me respondió.
Al lado de cada sensación de sentir que si me falta otro no lo podría resistir, pongamos la certeza de que no hemos aprendido todavía a disfrutar de la soledad, para dejar que los otros sean los que me acompañan, pero que no me entregan su oxígeno.
En el siguiente enlace podrán leer el artículo completo escrito en el blog Vida Plena: http://vidaplenaboletin.blogspot.com/2009/01/expulsa-al-mendigo-emocional-de-tu-vida.html
[Foto de tlloret]
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