Gracias a la ciencia y la gerontología, la esperanza de vida es cada vez mayor y esto nos lleva a reflexionar: ¿Cómo prepararnos para nuestro envejecimiento? ¿Cómo enfrentar la vejez de mis padres? ¿Cómo mejorar la calidad de vida? Muchos nuevos desafíos nos esperan y espero en este espacio poder ayudar a que todos tengamos un envejecimiento pleno y lleno de vida...
Tarde o temprano, llegará: ¡la batalla contra el tiempo, ya está perdida! Así que mejor preparémonos para disfrutar cada minuto...
Cariños,
Elia
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lunes, 29 de noviembre de 2010

Laos, adolescentes envueltos en túnicas naranjas

Continúo mi viaje por Laos, más precisamente en Luang Prabang, la segunda ciudad en importancia, con esta mirada amplia que me da la sexta década.

¿Son atrasados o el tiempo se detuvo? En las casas al lado de la bandera nacional, flamea la histórica roja de la hoz y el martillo del partido comunista gobernante, son los mismos pero envejecidos de hace más de 30 años, no hay semáforos, no hay ascensores y los teléfonos más comunes son los que cuelgan de una pared, donde el auricular va al oído y la voz se la dirige a la parte que quedó en la pared. Ya hace 35 años los vi funcionando en Ayacucho, Provincia de Buenos Aires y me pareció una curiosidad.

Es una ciudad sin sobresaltos ni bocinas y el sonido más escuchado es el de los gallos, que no sé por qué cantan desde el amanecer hasta el anochecer, sin parar; los perros ladran bastante y los gatos hacen lo suyo. Me doy cuenta que escuchar sólo sonidos emitidos por animales lo tenía totalmente olvidado.

No hay violencia, no hay apuro, todo parece convivir sin fricción, tranquilamente. Y ahí es donde toma protagonismo las figuras de los novicios de los templos budistas, con sus túnicas naranjas y amarillas a la que le suman un paraguas negro que no sólo los protege de la lluvia sino del poderoso sol del mediodía.

El noviciado consiste en el ingreso al templo entre los 12 y 20 años. En ese momento tienen que tomar la decisión de continuar como monjes, o reintegrarse a la vida laica.

Allí se levantan a las 3,30 hs., practican meditación, Kung Fu, cantan y a las 6, salen al barrio, descalzos y en actitud humilde van recibiendo la comida que les donan, para ese día. Viven solo de la caridad.

Por la tarde concurren al colegio secundario y estudian inglés.

En general no entran por vocación sino por diversos motivos, como orfandad -aquí la guerra fue atrozmente sanguinaria y ni siquiera fue la de ellos sino la de Vietnam y E.E.U.U.-, pueden ser jóvenes con problemas de conducta, o simplemente pobres, cuyos padres se sienten más seguros si son guiados por monjes budistas.

Viven una vida tranquila y austera practicando humildad, sencillez, desapego. Dedicados al compartir.

Hay cientos de chicos bajo este sistema, y resulta absolutamente placentero ver una oleada fresca de color, mire para donde uno mire, y verlos desplazarse relajadamente. (ver video aquí abajo).

Además, especialmente a mí, desde mi Occidente querido, me resulta como una ayuda memoria la importancia que tiene el ejercicio de valores espirituales, pues, sin práctica y cierta disciplina, no hay posibilidad de que los valores se instalen.

Lamento al pensar en nuestros jóvenes en Occidente, muchos insatisfechos, confundidos, perdidos en el mundo del consumo donde los instalamos, sin darles herramientas para encarar un futuro con nuevos paradigmas. Con sueños distintos pero verdaderos.

Tenemos años por delante, hagamos el esfuerzo de ser ejemplo para nuestros jóvenes, no juzgándolos sino entendiendo que tanto ellos como nosotros no estamos disfrutando plenamente de la vida como podríamos.

 

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