Las bondades de la longevidad son muchas y esta celebración valió la pena!
Se fijó el punto de encuentro en la casa de su hijo que vive en Suiza. Desde hace tiempo planificábamos con mi hija participar de semejante celebración, aunque no es nada fácil viajar desde Argentina, no sólo por lo económico sino especialmente por encontrar ambas el tiempo para hacerlo.
Cerramos los ojos... y allí estuvimos.
No paramos de hablar, no sé si porque somos mujeres, o porque el encontrarnos con el tío, primos, sobrinos, amigos era la oportunidad de ponernos al día en una cadena familiar, que de hecho sigue creciendo y uno de los nietos no viajó porque esperaba la llegada de su primer hijo en la misma fecha.
Le agradezco a mi tío, que mas allá de sus cuarenta años vividos en Angola, siempre llevó en su corazón cada uno de los hilos de aquellos que emigraron a distintos países. En mi caso fue su tía - mi abuela Benedicta - a la que no solo enviaba cartas con noticias, sino con dinero, que tanta falta le hacía con seis hijos pequeños. Luego vinieron sus viajes para visitarnos y así quedamos como tejidos al crochet en la trama familiar.
Antes de apagar sus velitas me hablaba de sus deseos de seguir viajando. Si bien son difíciles…aeropuertos, traslados, demoras y en parte por esto la gente tiende a postergarlos para mejores momentos, pero él sugiere que a los buenos momentos hay que crearlos. No vienen solos. Y este era uno.
Brindamos en muchos idiomas, aunque todos provenimos de esa pequeña Aldea Velha en un rincón de Portugal.
Se fijó el punto de encuentro en la casa de su hijo que vive en Suiza. Desde hace tiempo planificábamos con mi hija participar de semejante celebración, aunque no es nada fácil viajar desde Argentina, no sólo por lo económico sino especialmente por encontrar ambas el tiempo para hacerlo.
Cerramos los ojos... y allí estuvimos.
No paramos de hablar, no sé si porque somos mujeres, o porque el encontrarnos con el tío, primos, sobrinos, amigos era la oportunidad de ponernos al día en una cadena familiar, que de hecho sigue creciendo y uno de los nietos no viajó porque esperaba la llegada de su primer hijo en la misma fecha.
Le agradezco a mi tío, que mas allá de sus cuarenta años vividos en Angola, siempre llevó en su corazón cada uno de los hilos de aquellos que emigraron a distintos países. En mi caso fue su tía - mi abuela Benedicta - a la que no solo enviaba cartas con noticias, sino con dinero, que tanta falta le hacía con seis hijos pequeños. Luego vinieron sus viajes para visitarnos y así quedamos como tejidos al crochet en la trama familiar.
Antes de apagar sus velitas me hablaba de sus deseos de seguir viajando. Si bien son difíciles…aeropuertos, traslados, demoras y en parte por esto la gente tiende a postergarlos para mejores momentos, pero él sugiere que a los buenos momentos hay que crearlos. No vienen solos. Y este era uno.
Brindamos en muchos idiomas, aunque todos provenimos de esa pequeña Aldea Velha en un rincón de Portugal.
¡Bendita longevidad que nos dio tiempo para vivenciar y agradecer este encuentro!
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