Hace una semana murió Jorge Guinzburg uno de los grandes humoristas argentinos. Mi agradecimiento por los millones de carcajadas, provocadas en todos nosotros. El humor nos cura y él no sólo nos curó hasta el final, sino que seguirá haciéndolo, con sólo recordar su sonrisa.
También mi agradecimiento por haberme invitado a participar en varios programas de Mañanas Informales, que hizo que mis libros sobre el envejecimiento tuvieran una especial difusión con su bendito humor.
La noticia de su muerte cayó como una bomba. Sólo quienes lo rodeaban sabían que padecía cáncer según leí en la revista Noticias.
En nuestra sociedad, preferimos no hablar de este padecimiento. Quizás sea por los malos entendidos a los que estamos acostumbrados.
- Cáncer es sinónimo de muerte: esto no sólo no es cierto, y en todo caso, si lo asociamos, es porque todos vamos a morir de algún modo.
- No quiero que me tengan lástima: solemos sentirla, cuando ilusionamos, que es el otro el que va a morir, y es una forma de negar nuestra propia muerte, de manera que bien haríamos en atrevernos a contarlo para ayudar a los que no quieren recordar que pasaremos todos por eso.
- A la gente no le gusta que le hablen de cáncer: es cierto, y es hora que comencemos a hacerlo, para ayudar a perder el temor, y así acompañar al que lo padece, desde otro lugar.
- La sociedad discrimina al enfermo de cáncer: Ya empieza a dejar de hacerlo, y es bueno contribuir en esa dirección.
- Las figuras públicas hacen lo posible por no desilusionar de alguna manera: el morir es un hecho que nos sucede a todos antes o después y la desilusión es simplemente una negación del hecho.
(Foto de digital & sado)
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